domingo, 30 de diciembre de 2012

“PARAR LA RUEDA BLOQUEANDO SUS RADIOS”


Estaba pensando la circular de 2008, cuando me invade, como un río bíblico de leche y
miel, una auténtica inundación de mensajes de solidaridad y cariño por ocasión de mis 80 años.
No pudiendo responder a cada uno y a cada una en particular, incluso porque el hermano Parkinson
tiene sus caprichos, les pido que reciban esta circular como un abrazo personal, entrañable,
de gratitud y de comunión renovadas.
Estoy leyendo una biografía de Dietrich Bonhoeffer, titulada, muy significativamente,
Tendríamos que haber gritado. Bonhoeffer, teólogo y pastor luterano, profeta y mártir, fue asesinado
por el nazismo, el 9 de abril de 1945, en el campo de concentración de Flossenbürg. Él
denunciaba «la Gracia barata» a la que reducimos muchas veces nuestra fe cristiana. Advertía
también que «quien no haya gritado contra el nazismo no tiene derecho a cantar gregoriano».
Y llegaba finalmente, ya en vísperas de su martirio, a esta conclusión militante: «Hay que parar
la rueda bloqueando sus radios». No bastaba entonces con socorrer puntualmente a las víctimas
trituradas por el sistema nazi, que para Bonhoeffer era la rueda; y no nos pueden bastar
hoy el asistencialismo y las reformas-parche frente a esa rueda que para nosotros es el capitalismo
neoliberal con sus radios del mercado total, del lucro omnímodo, de la macro-dictadura
económica y cultural, de los terrorismos de estado, del armamentismo de nuevo creciente, del
fundamentalismo religioso, de la devastación ecocida de la tierra, del agua, de la floresta y del
aire.
No podemos quedarnos estupefactos delante de la iniquidad estructurada, aceptando
como fatalidad la desigualdad injusta entre personas y pueblos, la existencia de un Primer
Mundo que lo tiene todo y un Tercer Mundo que muere de inanición. Las estadísticas se multiplican
y vamos conociendo más números dramáticos, más situaciones infrahumanas. Jean Ziegler,
relator de Naciones Unidas para la Alimentación, afirma, cargado de experiencia, que «el
orden mundial es asesino, puesto que hoy el hambre ya no es una fatalidad». Y afirma también
que «destinar millones de hectáreas para la producción de biocarburantes es un crimen contra
la humanidad»; el biocombustible no puede ser un festival de lucros irresponsables. La ONU
viene alertando que el calentamiento global del planeta avanza más rápido de lo que se pensaba
y, a menos que se adopten medidas urgentes, provocará la desaparición del 30% de las
especies animales y vegetales, millones de personas se verán privadas de agua y proliferarán
las sequías, los incendios, las inundaciones. Uno se pregunta angustiado quién va a adoptar
esas “medidas urgentes”.
El gran capital agrícola, con el agronegocio y el hidronegocio cada vez más, avanza sobre
el campo, concentrando tierra y renta, expulsando a las familias campesinas y lanzándolas
errantes, sin tierra, acampadas, engrosando las periferias violentas de las ciudades. Dom Edwin
Kräutler, obispo de Xingú y presidente del CIMI, denuncia que el «desarrollo en la Amazonia
se tornó sinónimo de deforestar, quemar, arrasar, matar». Según Roberto Smeraldi, de
Amigos de la Tierra, las políticas contradictorias del Banco Mundial por un lado «prometen salvar
los árboles» y por otro lado «ayudan a derribar la Amazonia».
Pero la Utopía continúa. Como diría Bloch, somos «criaturas esperanzadas» (y esperanzadoras).
La esperanza sigue, como una sed y como un manantial. «Contra toda esperanza
esperamos». De esperanza habla, precisamente, la reciente encíclica de Benedicto XVI. (Lástima
que el Papa, en esta encíclica, no cite ni una sola vez el Concilio Vaticano II que nos dio la
Constitución Pastoral Gaudium et Spes –Alegría y Esperanza-. Dicho sea de paso, el Concilio
Vaticano II continúa amado, acusado, silenciado, preterido… ¿A quién le da miedo el Vaticano
II?). Frente al descrédito de la política, en casi todo el mundo, nuestra Agenda Latinoamericana
2008 apuesta por una nueva política; hasta «pedimos, soñando alto, que la política sea un
ejercicio de amor». Un amor muy realista, militante, que subvierta estructuras e instituciones
reaccionarias, construidas con el hambre y la sangre de las mayorías pobres, al servicio del
condominio mundial de una minoría plutócrata.
Por su parte las entidades y los proyectos alternativos reaccionan intentando crear conciencia,
provocar una santa rebeldía. El FSM 2009 se va a celebrar, precisamente, en la Amazonia
brasileña y tendrá la Amazonia como uno de los temas centrales. Y el XII Encuentro Intereclesial
de las CEBs, en 2009, se celebrará también en la Amazonia, en Porto Velho, Rondônia.
Nuestra militancia política y nuestra pastoral liberadora deben asumir cada vez más estos
desafíos mayores, que amenazan nuestro Planeta. «Escogemos, pues, la vida» como reza el
lema de la Campaña de la Fraternidad 2008. El apóstol Pablo, desde su Carta a los Romanos,
nos recuerda que «toda la Creación gime y está con dolores de parto» (Rom 8,22). Los gritos
de muerte se cruzan con los gritos de vida, en ese parto universal.
Es tiempo de paradigmas. Hoy creo que se deben citar como paradigmas mayores y
más urgentes, los derechos humanos básicos, la ecología, el diálogo intercultural e interreligioso
y la convivencia plural entre personas y pueblos. Estos cuatro paradigmas nos afectan
a todos, porque salen al encuentro de las convulsiones, objetivos y programas que está
viviendo la Humanidad maltratada, pero siempre esperanzada aún.
Con tropiezos y ambigüedades Nuestra América se mueve hacia la izquierda; «nuevos
vientos soplan en el Continente»; estamos pasando «de la resistencia a la ofensiva». Los pueblos
indígenas de Abya Yala han saludado alborozados la Declaración de la ONU sobre los Derechos
de los Pueblos Indígenas, que afecta a más de 370 millones de personas en unos 70 países
del Mundo. Y reivindicarán su puesta en práctica.
Nuestra Iglesia de América Latina y del Caribe, en Aparecida, si no fue el Pentecostés
que queríamos soñar, fue una honda experiencia de encuentro entre los obispos y el pueblo; y
confirmó los trazos más característicos de la Iglesia de la Liberación: el seguimiento de Jesús,
la Biblia en la vida, la opción por los pobres, el testimonio de los mártires, las comunidades, la
misión inculturada, el compromiso político.
Hermanas y hermanos, ¿qué radios vamos a quebrar en nuestra vida diaria?, ¿cómo
ayudaremos a bloquear la rueda fatal?, ¿tendremos derecho a cantar gregoriano?, ¿sabremos
incorporar en nuestras vidas esos cuatro paradigmas mayores traduciéndolos en práctica diaria?
Reciban un abrazo entrañable en la esperanza subversiva y en la comunión fraterna del
Evangelio del Reino. Vamos siempre hacia la Vida.
Pedro Casaldáliga
Circular 2008

jueves, 27 de diciembre de 2012

Educación para la justicia social


Educación para la justicia social
JUAN CARLOS TEDESCO (19-Nov-2010)
La Semana Monográfica de la Fundación Santillana estará dedicada este año a discutir la educación en la próxima década. La elección de este tema es importante porque atravesamos un periodo de la historia en el cual el futuro está asociado a incertidumbre, a riesgo y a ausencia de sentido. No sabemos muy bien adónde vamos o adónde queremos ir. Ese déficit de sentido corre el riesgo de ser cubierto por el individualismo asocial o el fundamentalismo autoritario. La alternativa a estos dos fundamentalismos exige que provoquemos una fuerte adhesión al objetivo de construir sociedades más justas. El siglo XXI puede (y debe) ser el siglo de la justicia social. En este escenario, la educación juega un papel fundamental porque en la sociedad de la información y del conocimiento, la condición necesaria para la inclusión social es una educación de calidad.
Concebir a la educación como la variable clave en la construcción de sociedades más justas implica superar el carácter puramente retórico que tiene el apoyo a la educación dentro del conjunto de las políticas públicas. Es necesario asumir compromisos reales, tanto desde el punto de vista de la asignación de recursos financieros como de los esfuerzos individuales y colectivos de todos los actores que participan del proceso de enseñanza-aprendizaje: el Estado, los medios de comunicación, las familias, los sindicatos docentes y los propios estudiantes.
El desafío más importante consiste en superar el determinismo social de los resultados de aprendizaje. Dicho determinismo está asociado al peso de las condiciones materiales de vida de los alumnos y sus familias en la trayectoria escolar. Las investigaciones y las experiencias internacionales indican que hay al menos cinco líneas estratégicas fértiles para que la educación contribuya a la construcción de sociedades más justas: la educación inicial, los docentes, la alfabetización digital, la alfabetización científica y las políticas de subjetividad.
- Lo más temprano posible
Los análisis acerca del proceso de reproducción de las desigualdades coinciden en señalar que para romper el círculo vicioso de padres pobres-hijos pobres, es fundamental intervenir en el momento donde se produce la formación básica del capital cognitivo de las personas. En este sentido, es necesario diseñar y aplicar políticas familiares que permitan a las madres tener acceso al mercado de trabajo, mientras los hijos son atendidos desde muy temprano por instituciones de cuidado infantil. Al respecto, es importante destacar que resulta mucho más importante el capital social y cultural de las familias que su nivel de ingresos. Las políticas al respecto deberían, por ello, atacar las desigualdades en términos de recursos culturales disponibles en las familias, que permitan mejorar las condiciones con las cuales los alumnos ingresan en la escuela.
- El trabajo docente
La actual situación de los docentes parece definida por una paradoja de vigencia casi universal. Por un lado, se reconoce que la calidad de la educación depende de la calidad de los docentes y, por el otro, se aplican medidas que provocan un profundo proceso de desprestigio de su profesión. Para salir de esta paradoja es necesario diseñar políticas integrales, que abarquen al menos tres dimensiones: condiciones de trabajo, que involucran no solo el salario sino la organización del trabajo escolar; la formación inicial y continua, que garantice niveles mucho más altos de profesionalismo y que atraiga a la docencia a jóvenes talentosos y, en tercer lugar, el diseño de la carrera docente, que permita progresar en el ejercicio de la profesión basándose en factores más genuinos que la mera antigüedad.
Esta estrategia integral persigue recuperar altos niveles de compromiso por parte de los docentes en el logro de resultados de aprendizaje de sus alumnos, particularmente de aquellos que provienen de las familias más modestas.
- Alfabetización científica
Una educación de calidad para todos es una educación capaz de universalizar aprendizajes socialmente significativos. El manejo de los saberes científicos básicos es un componente imprescindible en la formación de un ciudadano de la sociedad de la información. Esta es la razón por la cual la formación científica debe estar incorporada al contenido de la enseñanza universal y obligatoria. Los principales debates ciudadanos están hoy cargados de información científica y técnica. Para tomar decisiones sobre temas como el cuidado del medio ambiente, la manipulación genética o la política económica, por ejemplo, hay que estar alfabetizado científicamente. Desde el punto de vista formal, es probable que este objetivo ya haya sido alcanzado en muchos países. Sin embargo, los resultados reales están lejos de garantizar la meta postulada por los discursos y los documentos oficiales. En este sentido, es necesario incorporar metodologías de enseñanza que permitan descubrir la pasión por el conocimiento, el gusto por la experimentación y el dominio del razonamiento lógico.
- Alfabetización digital
Nadie discute actualmente la necesidad de incorporar las tecnologías de la información a la enseñanza. Es necesario, sin embargo, distinguir claramente dos cuestiones vinculadas entre sí, pero diferentes. Una es de carácter social y se refiere a la inclusión digital, mientras que la otra es de carácter pedagógico y se refiere al uso de las tecnologías como recursos didácticos o como dispositivos para el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La alfabetización digital universal, dentro de la cual deben considerarse las políticas basadas en la idea de un ordenador por alumno, se justifica mucho más desde el punto de vista de la inclusión social que desde la perspectiva pedagógica. Estas políticas han sido exitosas en reducir la brecha en el acceso. Ahora enfrentamos un desafío más complejo, que consiste en reducir la brecha existente en la capacidad de uso del ordenador. Para ello, tal vez no deberíamos descartar la idea de incluir una materia específica destinada a enseñar el manejo digital, así como enseñamos gramática, ortografía y sintaxis para el manejo de la lengua.
Con respecto al uso del ordenador como recurso didáctico, en cambio, existe mucha mayor discusión. Al respecto, no se trata de negar la potencialidad democratizadora o innovadora de las nuevas tecnologías sino de insistir en que el ejercicio de esas potencialidades no depende de las tecnologías mismas, sino de los modelos sociales y pedagógicos en los cuales se inserte su utilización.
- Políticas de subjetividad
Los estudios sobre experiencias exitosas en romper el determinismo social de los resultados de aprendizaje ponen de relieve que mejorar los insumos materiales del aprendizaje es necesario pero no suficiente. No alcanza con aumentar las horas de clase, dotar a las escuelas de mejores edificios, equipamiento didáctico o excelentes manuales. La reproducción de la desigualdad incluye un fuerte componente subjetivo. Sin pretender ser exhaustivos, es posible mencionar al menos cuatro aspectos que han sido identificados en los casos de experiencias exitosas para romper el círculo de reproducción de la pobreza en el ámbito escolar: la existencia de un proyecto, que puede ser de la institución y del equipo docente; la capacidad para elaborar una narrativa que explica las razones por las cuales el equipo hace lo que hace, la confianza en la capacidad de aprendizaje de los alumnos y el compromiso y la responsabilidad por los resultados, que no permiten ser indiferente ante los síntomas de fracaso escolar de los alumnos.
En síntesis, para construir una sociedad justa es fundamental apostar por una educación de calidad para todos. Pero lo inverso también es importante: solo tendremos una educación de calidad para todos si queremos construir sociedades más justas.
Juan Carlos Tedesco fue ministro de Educación de Argentina y es autor del documento básico que presentará en la Semana Monográfica de la Educación de la Fundación Santillana, que se celebra en Madrid entre los próximos días 22 y 26 de noviembre.

«HOY YA NO TENGO ESOS SUEÑOS»



El Cardenal Carlo M. Martini, jesuita, biblista, arzobispo que fue de Milán y colega
mío de Parkinson, es un eclesiástico de diálogo, de acogida, de renovación a
fondo, tanto de la Iglesia como de la Sociedad. En su libro de confidencias y confesiones
Coloquios nocturnos en Jerusalén, declara: «Antes tenía sueños sobre la Iglesia.
Soñaba con una Iglesia que recorre su camino en la pobreza y en la humildad,
que no depende de los poderes de este mundo; en la cual se extirpara de raíz la desconfianza;
que diera espacio a la gente que piensa con más amplitud; que diera
ánimos, en especial, a aquellos que se sienten pequeños o pecadores. Soñaba con
una Iglesia joven. Hoy ya no tengo más esos sueños». Esta afirmación categórica de
Martini no es, no puede ser, una declaración de fracaso, de decepción eclesial, de
renuncia a la utopía. Martini continúa soñando nada menos que con el Reino, que es
la utopía de las utopías, un sueño del mismo Dios.
Él y millones de personas en la Iglesia soñamos con la «otra Iglesia posible»,
al servicio del «otro Mundo posible». Y el cardenal Martini es un buen testigo y un
buen guía en ese camino alternativo; lo ha demostrado.
Tanto en la Iglesia (en la Iglesia de Jesús que son varias Iglesias) como en la
Sociedad (que son varios pueblos, varias culturas, varios procesos históricos) hoy
más que nunca debemos radicalizar en la búsqueda de la justicia y de la paz, de la
dignidad humana y de la igualdad en la alteridad, del verdadero progreso dentro de
la ecología profunda. Y como dice Bobbio «hay que instalar la libertad en el corazón
mismo de la igualdad»; hoy con una visión y una acción estrictamente mundiales. Es
la otra globalización, la que reivindican nuestros pensadores, nuestros militantes,
nuestros mártires, nuestros hambrientos…
La gran crisis económica actual es una crisis global de Humanidad que no se
resolverá con ningún tipo de capitalismo, porque no cabe un capitalismo humano; el
capitalismo sigue siendo homicida, ecocida, suicida. No hay modo de servir simultáneamente
al dios de los bancos y al Dios de la Vida, conjugar la prepotencia y la usura
con la convivencia fraterna. La cuestión axial es: ¿Se trata de salvar el Sistema o
se trata de salvar a la Humanidad? A grandes crisis, grandes oportunidades. En
idioma chino la palabra crisis se desdobla en dos sentidos: crisis como peligro, crisis
como oportunidad.
En la campaña electoral de EE UU se enarboló repetidamente «el sueño de
Luther King», queriendo actualizar ese sueño; y, con ocasión de los 50 años de la
convocatoria del Vaticano II, se ha recordado, con nostalgia, el Pacto de las Catacumbas
de la Iglesia sierva y pobre. En el 16 de noviembre de 1965, pocos días antes
de la clausura del Concilio, 40 Padres Conciliares celebraron la Eucaristía en las
catacumbas romanas de Domitila, y firmaron el Pacto de las Catacumbas. Dom Hélder
Câmara, cuyo centenario de nacimiento estamos celebrando este año, era uno
de los principales animadores del grupo profético. El Pacto en sus 13 puntos insiste
en la pobreza evangélica de la Iglesia, sin títulos honoríficos, sin privilegios y sin ostentaciones
mundanas; insiste en la colegialidad y en la corresponsabilidad de la
Iglesia como Pueblo de Dios, y en la abertura al mundo y en la acogida fraterna.
Hoy, nosotros, en la convulsa coyuntura actual, profesamos la vigencia de
muchos sueños, sociales, políticos, eclesiales, a los que de ningún modo podemos
renunciar. Seguimos rechazando el capitalismo neoliberal, el neoimperialismo del
dinero y de las armas, una economía de mercado y de consumismo que sepulta en la
pobreza y en el hambre a una grande mayoría de la Humanidad. Y seguiremos rechazando
toda discriminación por motivos de género, de cultura, de raza. Exigimos
la transformación sustancial de los organismos mundiales (ONU, FMI, Banco Mundial,
OMC…). Nos comprometemos a vivir una «ecológica profunda e integral», propiciando
una política agraria-agrícola alternativa a la política depredadora del latifundio,
del monocultivo, del agrotóxico. Participaremos en las transformaciones sociales,
políticas y económicas, para una democracia de «alta intensidad».
Como Iglesia queremos vivir, a la luz del Evangelio, la pasión obsesiva de Jesús,
el Reino. Queremos ser Iglesia de la opción por los pobres, comunidad ecuménica
y macroecuménica también. El Dios en quien creemos, el Abbá de Jesús, no puede
ser de ningún modo causa de fundamentalismos, de exclusiones, de inclusiones
absorbentes, de orgullo proselitista. Ya basta con hacer de nuestro Dios el único Dios
verdadero. «Mi Dios, ¿me deja ver a Dios?». Con todo respeto por la opinión del Papa
Benedicto XVI, el diálogo interreligioso no sólo es posible, es necesario. Haremos
de la corresponsabilidad eclesial la expresión legítima de una fe adulta. Exigiremos,
corrigiendo siglos de discriminación, la plena igualdad de la mujer en la vida y en los
ministerios de la Iglesia. Estimularemos la libertad y el servicio reconocido de nuestros
teólogos y teólogas. La Iglesia será una red de comunidades orantes, servidoras,
proféticas, testigos de la Buena Nueva: una Buena Nueva de vida, de libertad,
de comunión feliz. Una Buena Nueva de misericordia, de acogida, de perdón, de ternura,
samaritana a la vera de todos los caminos de la Humanidad. Seguiremos
haciendo que se viva en la práctica eclesial la advertencia de Jesús: «No será así
entre vosotros» (Mt 21,26). Sea la autoridad servicio. El Vaticano dejará de ser Estado
y el Papa no será más Jefe de Estado. La Curia habrá de ser profundamente
reformada y las Iglesias locales cultivarán la inculturación del Evangelio y la ministerialidad
compartida. La Iglesia se comprometerá, sin miedo, sin evasiones, en las
grandes causas de la justicia y de la paz, de los derechos humanos y de la igualdad
reconocida de todos los pueblos. Será profecía de anuncio, de denuncia, de consolación.
La política vivida por todos los cristianos y cristianas será aquella «expresión
más alta del amor fraterno» (Pío XI).
Nos negamos a renunciar a estos sueños aunque puedan parecer quimera.
«Todavía cantamos, todavía soñamos». Nos atenemos a la palabra de Jesús: «Fuego
he venido a traer a la Tierra; y qué puedo querer sino que arda» (Lc 12,49). Con
humildad y coraje, en el seguimiento de Jesús, miraremos de vivir estos sueños en el
cada día de nuestras vidas. Seguirá habiendo crisis y la Humanidad, con sus religiones
y sus iglesias, seguirá siendo santa y pecadora. Pero no faltarán las campañas
universales de solidaridad, los Foros Sociales, las Vías Campesinas, los Movimientos
populares, las conquistas de los Sin Tierra, los pactos ecológicos, los caminos alternativos
de Nuestra América, las Comunidades Eclesiales de Base, los procesos de
reconciliación entre el Shalom y el Salam, las victorias indígenas y afro y, en todo
caso, una vez más y siempre «yo me atengo a lo dicho: la Esperanza».
Cada uno y cada una a quien pueda llegar esta circular fraterna, en comunión
de fe religiosa o de pasión humana, reciba un abrazo del tamaño de estos sueños.
Los viejos aún tenemos visiones, dice la Biblia (Jl 3,1). Leí hace unos días esta definición:
«La vejez es una especie de posguerra»; no necesariamente de claudicación.
El Parkinson es sólo un percance del camino y seguimos Reino adentro.
Pedro Casaldáliga
Circular 2009

sábado, 22 de diciembre de 2012

UNA CENA DE NOCHEBUENA


En unos tiempos no demasiado buenos para todo el mundo, parece llegado el momento de recuperar un menú de antaño para celebrar la Nochebuena. Se trata de un menú humilde pero suculento. Sencillo, cálido y que debe tomarse en buena compañía. Se habrá de elaborar al amor de la lumbre, donde nos podremos sentar una vez acabada la cena a compartir viejas historias de antaño. Costumbres casi perdidas, recuerdos de abuelos y bisabuelos, volviendo a ser niños si llega el caso. Prestad atención a las recetas y ¡buen provecho!.
PRIMER PLATO:
SOPAS DE AJO
Se pone un puchero con agua a la lumbre. Se añade sal. Se fríen en una sartén unos dientes de ajo con un poco de manteca, cuando están fritos se añade pimentón dulce y todo ello se vierte en el puchero con agua. Cuando todo ello cuece se aparta del fuego y se vierte sobre el pan cortado en sopas.
SEGUNDO PLATO:
GALLO GUISADO
Se trocea el gallo. Se pone aceite en una cazuela, cuando está caliente se añade una cebolla cortada menuda y una hoja de laurel, dos dientes de ajo pelados y una rebanada de pan. Se fríe todo y se parta para después machacarlo en el mortero. En el aceite que queda se rehoga el gallo. Se añade una pizca de nuez moscada molida y cuando esté bien rehogado el gallo se añade lo que habíamos machado en el mortero con un poco de vino blanco. Se añade sal al gusto y se deja cocer hasta que esté tierno. A fuego lento. Dependerá del tamaño del gallo el tiempo de cocción. Si en lugar de cazuela lo hacemos en olla a presión, habrán de adaptarse los tiempos de cocción únicamente, el resto igual. Ingredientes:
1 gallo de corral, aceite (un vaso mediano), sal, laurel (una hoja), ajos (dos dientes), nuez moscada, cebolla (una entera mediana), pan (una rebanada), vino blanco ( un vaso).
NOTA. Las recetas han sido proporcionadas por Maura Sanz. Y esto es un recuerdo hacia ella.

lunes, 3 de diciembre de 2012

DIEZ MILLONES DE VOTOS



En el año 1.982 voté por primera vez. Con mis recién estrenados 18 años acudí por primera vez a las urnas. Con ese acto, depositar mi voto en una urna de plástico transparente, sentía que formaba parte de una sociedad que se construía a mi alrededor, y de la que había formado parte hasta ese momento con voz y presencia pero sin voto. Emoción contenida, miedo a no saber hacer las cosas como debían ser.
Más allá de mi voto, la historia recogió ese momento como algo especial que había sucedido en España. Diez millones de votos depositaron su confianza en que España debía cambiar. Junto a los votos, una ilusión, la de millones de personas que querían ver cambiar el país.
A fe mía que ha cambiado en estos treinta años España. Pero los que más han cambiado han sido los que nos pidieron nuestro voto en aquellas elecciones. Hoy, hablan de recuperar la mayoría. Lo hagan o no, su dificultad entiendo que está en recuperar la ilusión de esos diez millones de votos que dilapidaron junto a muchas de sus decisiones. Hoy los que votan son otros, somos otros, hemos cambiado, pero tenemos deseo de ilusionarnos por un proyecto de futuro, que construya un lugar común para todos, sin exclusiones sociales, económicas ni políticas.
Tal vez lo primero que deban hacer, los que han protagonizado estos treinta años la vida pública del Partido Socialista Obreo Español, sea dar un paso al lado, retirarse de la primera fila, dejar paso a gente jóven con nuevos proyectos, que recuperen la ilusión de un electorado, que sigue esperando un proyecto en el que creer. Hace falta también ilusionar a diez millones de españoles por lo menos, porque eso no ha cambiado, ahí está la barrera de la mayoría absoluta en este país. Pero lo más importante, es que hace falta la ilusión de diez millones de personas al menos para encontar solución a los problemas que acucian a esta España de hoy, tan diferente de la de hace treinta años, pero tan necesitada como entonces de unos políticos que den confianza al electorado, que presenten un proyecto justo, humano, social e integrador. Personas que sean capaces de volver a hacer sentir ilusión a los votantes. Porque lo que he aprendido en estos treinta años, es que un estado de bienestar cuesta muchos años construirlo pero se puede desmantelar en muy poco tiempo. Así sucede con la ilusión y la confianza de los electores, cuesta mucho ganarlas pero se pierden en muy poco tiempo.