Buenos días señoras y señores.
Estamos aquí para presentar el libro:”Por la senda de Tumut”, cuyo autor es Luis José Martín
García-Sancho.
La última vez que hablé en público de ello tuve que
reconocer que sentía una emoción especial que hoy sigue conmigo. Reconocí
también, que no había leído la novela, por lo que nada podía decir sobre ella y
que al autor estaba empezando a conocerle.
Hoy, leída la novela y conocido un poco más a Luisjo,
puedo decir que ha conseguido el autor, mediante el subterfugio de convocarnos
en torno a una hoguera, contarnos una historia de hombres prehistóricos, en la
que mediante personajes intemporales pretende humanizarnos.
Los capítulos se suceden introducidos por diferentes
personajes, todos ellos inventados por esta mente subversiva, que nos proponen,
nada más y nada menos, que escuchemos la voz de la experiencia de los ancianos:"Seguid el sabio consejo de los ancianos. Ellos han vivido más y su experiencia debe ser tenida en cuenta en las decisiones que toméis a partir de ahora. Así ha sido siempre y así debe continuar."; que el amor nos da la vida, que la libertad es un derecho sagrado o
que las mujeres no deben estar sometidas a los hombres:"No debéis hacer caso a aquellos que os digan que el amor entre un hombre y una mujer es algo sucio. No debéis hacer caso a aquellos que os digan que la mujer debe estar sometida al mandato del hombre. Porque debéis saber que las personas que habitamos sobre la faz de la tierra nacemos libres y libres debemos morir.".
A medida que avanzamos en su lectura, las historias
que los personajes nos relatan, tejen una suerte de maraña que nos atrapa.
Tomamos conciencia de que la Tierra no nos pertenece, sino que somos nosotros
los que pertenecemos a ella, y que nuestra relación con las demás especies que
la pueblan debe desarrollarse en unos términos de absoluto respeto.
Y entonces, demasiado tarde, uno se encuentra de lleno
en pleno juego infantil. Uno de esos que, cuando niños, imaginábamos ser
intrépidos exploradores, aguerridos guerreros o hábiles cazadores. Y así, como
jugando, recorremos la geografía descrita y que nos resulta familiar, caminamos
junto a los personajes por esa telaraña que han tejido en nuestra mente.
Llegamos a sentir muchas de sus sensaciones. Nos imaginamos que estamos
sentados junto al fuego escuchando a la vieja Gara, sentimos el crepitar de las
llamas, allí al amor de la lumbre, la que el autor propone; pues conoce que el
fuego crea un ambiente favorable para la interacción social y utiliza
malévolamente que la hoguera es el lugar ideal para transmitir la cultura y
para crearla, porque sabe que ha sido así desde la noche de los tiempos. El
calor del hogar nos hace sentir bien, tanto física como espiritualmente.
Y ya es tarde, nos ha atrapado, somos sus presas. Nos
propondrá abandonar los falsos dioses de nuestros días. Abandonar el
amodorramiento televisivo y regresar a la comunicación de los miembros de la
familia entre sí, en torno a la mesa camilla, el lar de la lumbre, la hoguera,...
Abandonar el consumismo y la adoración del becerro de
oro y regresar a los valores más humanos y respetuosos con la Tierra que
habitamos y las especies que la ocupan.
Y no contento con esto, habrá conseguido que al
comprar el libro hayamos contribuido a la recaudación de fondos destinados a
investigar el cáncer infantil, en unos tiempos en los que se nos impone todo lo
contrario, recortes a la investigación, la enseñanza y el porvenir.
No obstante, según algunos que quieren llevarnos por
oscuras sendas, Luisjo es un individuo poco recomendable y su obra
decididamente dañosa y perjudicial. Estos mismos, los que nos guían en esta
sociedad consumista y desorientada, dicen que este libro debería estar
prohibido y su autor proscrito. Así pues no les queda a ustedes más remedio que
leer la novela y juzgar por si mismos. Por cierto, si tienen oportunidad de
conocer de cerca al autor, no la desaprovechen, merece la pena.
Termino con una frase que el autor ha puesto en boca de la vieja Gara y que debería ser nuestro referente vital: "Acordaos de que el amor nos da la vida y el odio la mata."