martes, 26 de octubre de 2010

DE LEÓN FELIPE A JULIO ESCOBAR



Escribía León Felipe:
...La Historia y la Poesía las hace el Viento... Y las antologías también, claro está.
El hombre trabaja, inventa, lucha, canta... Pero el Viento es el que organiza y selecciona las hazañas, los milagros, las canciones.
Contra el Viento no puede nada la voluntad del hombre... Yo, cuando el Viento ha huido a su caverna, me tumbo a dormir. Me despierto cuando Él me lo manda. Luego con lo que escribo hace Él un revoltijo de cartas de las que no se salvarán seguramente mañana ni el As ni la Reina.




El viento es un exigente cosechero:
el que elige el trigo, la uva y el verso...
el buen vino
y el poema eterno...
el que sella el buen pan...

Y al fin de cuentas, mi último antólogo fidedigno será Él: el viento.
El Viento es quien se lleva a la aventura el discurso y la canción...¡El Viento!
Antólogos, historiadores, arqueólogos, coleccionistas... ¡el que decide es el Viento!
Pero a veces a mí me quedan en la memoria, en mi mala memoria, sin saber por qué, poemas o versos desglosados de un poema largo y antiguo, versos míos rebeldes que se me agarran al ojal de la solapa como una consigna o se me clavan en la cinta del sombrero como una escarapela, para desafiar al Viento. Versos como éstos, por ejemplo:

Y es inútil que compongáis el viejo clavecín,
que volváis a castrar a los acólitos
y que digáis en los concilios:
cebaremos tiplones para suplir a los poetas...
porque lo que se ha roto... “es la canción”
¿oísteis?
Lo que se ha roto... “es la canción”.

De aquí he sacado el título que lleva esta Antología. Pero no me hago ilusiones de que puedan salvarse ni estos versos siquiera.
Me entrego humildemente al Viento.
Y ahora que no hay nadie aquí en mi casa ni en el campo, y comienza a soplar el vendaval, abro la ventana otra vez y tiro al voleo, casi sin orden ni concierto, mi viejo discurso y ... mi rota canción.

Y Julio Escobar escribió su novela: “ El viento no envejece”.

... "Si de lo político se trataba la mayoría de los vecinos no comulgaban concretamente en ningún credo. La política era una profesión como otra cualquiera, y para eso estaban los diputados, el alcalde y los caciques. Al llegar las elecciones, votaban, y en paz, jugando en estos casos más las personas que las ideas. A unos y a otros aplicaban idéntico dicho: "Al fin y al cabo son los mismos perros con distintos collares". No obstante, existía un grupito de republicanos idealistas que no llegaban a la media docena, algunos obreros comenzaban a ventear el socialismo, y de un zapatero remendón, "Bocanegra", que apenas usaba el tirapié y la lezna y, sin embargo, se daba la gran vida, decía la gente que era anarquista y masón." ……..