jueves, 14 de octubre de 2010

A MODO DE RESPUESTA

¡Cuánta felicidad he sentido al recibir tu carta! Es mucho lo que nos importas a mucha gente, aunque a veces se te olvide. Tus sentimientos, en ella reflejados, me han producido desasosiego. Inmediatamente he pensado que debía hacer algo al respecto. No pretendo darte consejos, no los necesitas, pero sí he creído conveniente compartir contigo mis experiencias. Te recuerdo que ser mayor que tú me proporciona una cierta ventaja en algunos aspectos de la vida, tampoco creas que en tantos.
Escribir como bien sabes no resulta fácil. Nadie dijo que lo fuera y si esto has oído en alguna ocasión, siento decirte que te han engañado. Pero lo que debo compartir contigo es alguna de las cosas que puedes hacer cuando necesites escribir y enfrentado a una hoja en blanco, nada puedas llevar a ella. Cuando las palabras no salgan de tu pluma, bolígrafo o lapicero, juega con ellas. Lee cualquiera de los libros buenos que tienes a mano o coge en tus manos un diccionario y abre al azar. Encontrarás allí las mejores herramientas para escribir. Manosea las palabras, sumérgete en su significado, juega con sus familias, sorpréndete sí, sin rubor, de lo que vas descubriendo. No creas que por conocer muchas las conoces todas, nadie conoce todas las palabras.
Cuando cojas ese libro, cualquiera de los buenos, verás en él la obra de una persona como tú o como yo, que ha sabido reflejar allí sus sentimientos, sus ideas, sus anhelos. Que esto no te abrume, al contrario, la mejor obra está por escribir, por pintar, por componer; sin menospreciar lo que existe, ni sobrevalorando todo lo que se hace, sí estoy convencido que está por hacer la obra maestra en cualquiera de las artes.
Tus preocupaciones son las mías o al menos lo han sido muchas de ellas en el pasado. Sí en el pasado. Pues has de saber que las mil cosas que te dan vueltas en tu cabeza, antes lo han hecho en la cabeza de otros muchos y aún más, siguen dando vueltas en la cabezas de millones de personas. No eres el primero que sufre, no eres el único, ni lamentablemente serás el último. Este sentimiento o como mejor prefieras llamarlo, está en la realidad de muchas personas. Pero hoy, sorpréndete, sigo teniendo otros miedos, preocupaciones, dolores del alma, que nunca antes tuve y que tú aún no has conocido, pero que probablemente conocerás en el futuro.
Lo que debes intentar es buscar. Sé que me dices que no encuentras las respuestas, no importa, sigue buscando. No te sientes feliz y parece ser que a tu alrededor todo es felicidad, que todos los que te rodean son felices eternamente. Creo amigo que no has mirado bien. La felicidad la entiendo como un estado y como tal, viene y va con los vaivenes que la vida tiene. Ahí radica su valor. Aprecia los momentos, etéreos dijo alguien, en los que la felicidad nos acompaña y sufre con entereza los golpes de dolor infinito que la vida te reserve. Pero lucha, no te rindas, que nada te aparte de tu rumbo. Porque has de saber que tienes un objetivo en esta vida, aunque no seas todavía consciente de él, encontrar tu sitio.
Te quejas de no encontrar tu sitio en esta sociedad y coincido contigo. No has encontrado tu sitio todavía, yo tampoco, sigo buscando. Por eso hemos coincidido en nuestro camino, porque como otros muchos estamos buscando mejor acomodo. No nos queremos conformar con ser parte de una masa informe y moldeable por algunos y por las circunstancias. Buscamos nuestro espacio, en el que compartir sentimientos, ideas, amores, sueños, y tantas cosas que llevas en tu interior y tantas cosas que incorporas a diario a tus alforjas.
Si a pesar de mis palabras, las lágrimas brotan en tus ojos, llora, llora sin recato, no detengas tu llanto. Pero moja tu pluma en ellas, en esas lágrimas que tanto sufrimiento te causan, y con esa tinta escribe las palabras que nazcan de lo más hondo. No vale decir que la vida es una mierda, creo conocerte y tienes más recursos para expresar lo que sientes, por lo tanto, ¡hazlo! No descanses en tu camino, cuando tu ánimo decaiga escríbeme o habla conmigo o con cualquier otro de los muchos que te rodean y te estiman y valoran. Nadie me es indiferente, ningún ser humano me resulta ajeno y menos tú.
Recuerda los versos de Miguel Hernández, cuánto dolor no sentiría que tuvo que escribir: “...y tanto dolor se agrupa en mi costado, que por dolerme, me duele hasta el aliento...”; repasa obra por obra, autor por autor, verás que en muchos de ellos se ve el dolor, pero también la alegría, la vida. Nada será fácil y menos sobreponerse a la adversidad, pero más difícil te resultará acordarte de los demás cuando la felicidad llene tu vida. Te dejo una canción, mejor te dejaré dos, una para que veas lo que duele conseguir cualquier cosa, hasta la más insignificante, la otra para que veas lo mucho que queda por hacer. Empieza hoy mismo no hay tiempo que perder. Te llevo en mí, te siento en mí.

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