martes, 15 de marzo de 2011

50 AÑOS NO SON NADA.


En mi época decíamos “Insti”. Éramos los del BUP y el COU. En los recreos íbamos a “Los Albas”, “Orly” o “El Anduriña”. Teníamos “sala de fumadores” y con el buen tiempo, nos saltábamos las clases para bajar al río, por la Huerta de los Salesianos o para refugiarnos en “Los Albas”.

Me vienen a la memoria nombres y apodos de profesores: “Berrinche”, Máximo Anzola, Herminio Carrillo, Mª Jesús Zahera, Concha “la de física”, aquella rubia que nos daba Lengua y que tanto desasosiego nos produjo, Manolo Llanes, Ángela “ la de Latín”, Jesús Gil, Doña Carmen, Melquíades, don Alfredo Perotas y tantos otros que sin recordar sus nombres tengo fresco aún sus rostros en mi memoria. Tuvimos durante mucho tiempo que padecer las obras del primer nuevo edificio, el más alto.

Cuando llegamos, pasamos los primeros meses asustados pues compartíamos pasillo con los más veteranos, unos tíos enormes nos parecían. En los armarios de los pasillos tenían lugar las novatadas. La más popular entre los veteranos, era la de encerrar en ellos a las chicas.

Fuimos el relevo a la generación del “LABORAL”. Los que venían desde los pueblos de la comarca en bicicleta. Desde la Nava de Arévalo, Donhierrro, Montejo de Arévalo, Aldeaseca, Sinlabajos y tantos otros. Frío o calor, una larga caminata en bicicleta para llegar a clase. Tiempo de fumar “Celtas cortos” o “Bisontes”, de tartera y de cantina. Cuando salvar esa barrera entre el campo y la ciudad, en muchos ocasiones pasaba por cumplir con aprovechamiento los estudios en el “LABORAL”. Eran los de Quinto y reválida, y luego otra reválida, y luego otra. Las enseñanzas oficiales rivalizaban con las enseñanzas que se procuraban en las partidas de cartas en “Los Pinos”.

La que nos sucedió a nosotros, son los del “Eulogio”. Los de los chats, el Tuenti, la Play y tantas otras cosas que me quedan tan lejos como las que nos contaban los mayores del “LABORAL”. No sé dónde van cuando se fugan las clases. No conozco los apodos de los profesores. Pero estoy convencido que viven con la misma intensidad que lo hicimos las generaciones precedentes. Son los de la LOGSE, la ESO y todo eso. Son el porvenir.

Después de acabar en el “Insti” y tras unos años en Valladolid, he seguido viviendo en Arévalo. He asistido a los cambios, imperceptibles a diario, que experimentaban los estudiantes de ese edificio y la propia ciudad. El mismo edificio para tres generaciones.

En todo este tiempo ha habido cosas que parecían inmutables. Nosotros empezamos con Agustín, el conserje, hoy ya retirado. Profesores que lo eran cuando yo era estudiante y que continuaron hasta su retiro, no hace mucho tiempo. Hoy les veo por la calle y parecen los mismos que me encontraba por los pasillos en el “Insti”: Esteban, Vidal, Charo, etc. Cómo no recordar a don Juanjo, “el cura” o a Pablo del Olmo y a Susi.

Creo que leí a Fernando Fernán Gómez en una ocasión algo parecido a que “... se es de donde se hace el bachillerato.”. Será por eso que tantos se consideran de Arévalo.



Con motivo de la celebración del 50 aniversario del Instituto, el I.E.S. Eulogio Florentino Sanz de Arévalo (Ávila).