lunes, 12 de noviembre de 2012

Estampas de miseria

Según se nos informa, The New York Times ha publicado fotografías sobre la pobreza en España, y la reacción de algunos periódicos o revistas españoles ha sido la de enviar fotos de nuestra prosperidad al periódico neoyorkino, pero me parece algo tan sin sentido como la de publicar fotos de pobreza y miseria de fuera de cualquier país, donde también existe. No veo que haya que contestar nada a estas informaciones, y ni siquiera a su intención política. En el mejor de los mundos antiguos, medios y modernos ha habido, y hay, sufrimiento, pobreza y miseria, pero nuestro mundo la ha convertido, como convierte todo en noticia curiosa y espectáculo, o en juego político.

Y se comprendería muy bien que un periódico hasta del otro extremo del mundo publicase la noticia de que en una manifestación pública, en España, han tomado parte niños pequeñísimos y sus padres, porque esto es algo extraño en verdad en el mundo entero, y casi como informar de que un hombre ha mordido a un perro; pero no es tan claro lo que el "New York Times" quiere revolver con esa noticia sobre la miseria española, aunque parece insinuar que España padece hoy tanta miseria como tras la guerra civil o el tan turísticamente romántico siglo XIX.

Pero, en torno a estos testimonios de extrema pobreza, lo que sí es claro es que una cosa es que su existencia debiera avergonzarnos a todos nosotros - y hacer todo para acabar con ella - y otra cosa es que el no ser rico se haya convertido, en este mundo tan social y progresado, en el único delito y en como si quienes padecen esa pobreza extrema fueran los culpables de su condición y, además, la contagiasen. Pero tal es la idea de las gentes progresadas. Tan distinta de las gentes miserables, que lógicamente quieren dejar de serlo y obtener un sencillo vivir con las necesidades primordiales cubiertas, y una vida digna y alegre de personas, pero no suelen envidiar a las gentes ricas, y, desde siempre recomendaron que cenaran dos veces. Y, como los demás hombres y mujeres, tampoco ellos necesitan ni líderes ni redentores, sino la justicia que supone ser dueños de sí mismos.

La imagen de América del Norte, desde los puritanos en adelante, se nos ha mostrado como una tierra de continuos buscadores de nuevas fronteras, que es algo digno de asombro; y España misma lo ha sido en los siglos pasados, aunque últimamente parecía haber encontrado oro también por doquier, y la ultima aldea deseaba tener y tuvo una piscina olímpica y un "contenedor cultural". Y esto no sé yo si lo saben fuera de nuestras fronteras, o es que prefieren mostrar nuestra pobreza como tantas de nuestras meras idioteces, mirándonos desde arriba.

Desde los tiempos del romanticismo algunas gentes de algunos países extranjeros pretenden saber lo que es España mejor que nosotros, pero la cosa no tiene mucha importancia, ni hay que molestarse en contestar, no podemos pasarnos la historia entera dando explicaciones.

José Jiménez Lozano