domingo, 30 de diciembre de 2012
“PARAR LA RUEDA BLOQUEANDO SUS RADIOS”
Estaba pensando la circular de 2008, cuando me invade, como un río bíblico de leche y
miel, una auténtica inundación de mensajes de solidaridad y cariño por ocasión de mis 80 años.
No pudiendo responder a cada uno y a cada una en particular, incluso porque el hermano Parkinson
tiene sus caprichos, les pido que reciban esta circular como un abrazo personal, entrañable,
de gratitud y de comunión renovadas.
Estoy leyendo una biografía de Dietrich Bonhoeffer, titulada, muy significativamente,
Tendríamos que haber gritado. Bonhoeffer, teólogo y pastor luterano, profeta y mártir, fue asesinado
por el nazismo, el 9 de abril de 1945, en el campo de concentración de Flossenbürg. Él
denunciaba «la Gracia barata» a la que reducimos muchas veces nuestra fe cristiana. Advertía
también que «quien no haya gritado contra el nazismo no tiene derecho a cantar gregoriano».
Y llegaba finalmente, ya en vísperas de su martirio, a esta conclusión militante: «Hay que parar
la rueda bloqueando sus radios». No bastaba entonces con socorrer puntualmente a las víctimas
trituradas por el sistema nazi, que para Bonhoeffer era la rueda; y no nos pueden bastar
hoy el asistencialismo y las reformas-parche frente a esa rueda que para nosotros es el capitalismo
neoliberal con sus radios del mercado total, del lucro omnímodo, de la macro-dictadura
económica y cultural, de los terrorismos de estado, del armamentismo de nuevo creciente, del
fundamentalismo religioso, de la devastación ecocida de la tierra, del agua, de la floresta y del
aire.
No podemos quedarnos estupefactos delante de la iniquidad estructurada, aceptando
como fatalidad la desigualdad injusta entre personas y pueblos, la existencia de un Primer
Mundo que lo tiene todo y un Tercer Mundo que muere de inanición. Las estadísticas se multiplican
y vamos conociendo más números dramáticos, más situaciones infrahumanas. Jean Ziegler,
relator de Naciones Unidas para la Alimentación, afirma, cargado de experiencia, que «el
orden mundial es asesino, puesto que hoy el hambre ya no es una fatalidad». Y afirma también
que «destinar millones de hectáreas para la producción de biocarburantes es un crimen contra
la humanidad»; el biocombustible no puede ser un festival de lucros irresponsables. La ONU
viene alertando que el calentamiento global del planeta avanza más rápido de lo que se pensaba
y, a menos que se adopten medidas urgentes, provocará la desaparición del 30% de las
especies animales y vegetales, millones de personas se verán privadas de agua y proliferarán
las sequías, los incendios, las inundaciones. Uno se pregunta angustiado quién va a adoptar
esas “medidas urgentes”.
El gran capital agrícola, con el agronegocio y el hidronegocio cada vez más, avanza sobre
el campo, concentrando tierra y renta, expulsando a las familias campesinas y lanzándolas
errantes, sin tierra, acampadas, engrosando las periferias violentas de las ciudades. Dom Edwin
Kräutler, obispo de Xingú y presidente del CIMI, denuncia que el «desarrollo en la Amazonia
se tornó sinónimo de deforestar, quemar, arrasar, matar». Según Roberto Smeraldi, de
Amigos de la Tierra, las políticas contradictorias del Banco Mundial por un lado «prometen salvar
los árboles» y por otro lado «ayudan a derribar la Amazonia».
Pero la Utopía continúa. Como diría Bloch, somos «criaturas esperanzadas» (y esperanzadoras).
La esperanza sigue, como una sed y como un manantial. «Contra toda esperanza
esperamos». De esperanza habla, precisamente, la reciente encíclica de Benedicto XVI. (Lástima
que el Papa, en esta encíclica, no cite ni una sola vez el Concilio Vaticano II que nos dio la
Constitución Pastoral Gaudium et Spes –Alegría y Esperanza-. Dicho sea de paso, el Concilio
Vaticano II continúa amado, acusado, silenciado, preterido… ¿A quién le da miedo el Vaticano
II?). Frente al descrédito de la política, en casi todo el mundo, nuestra Agenda Latinoamericana
2008 apuesta por una nueva política; hasta «pedimos, soñando alto, que la política sea un
ejercicio de amor». Un amor muy realista, militante, que subvierta estructuras e instituciones
reaccionarias, construidas con el hambre y la sangre de las mayorías pobres, al servicio del
condominio mundial de una minoría plutócrata.
Por su parte las entidades y los proyectos alternativos reaccionan intentando crear conciencia,
provocar una santa rebeldía. El FSM 2009 se va a celebrar, precisamente, en la Amazonia
brasileña y tendrá la Amazonia como uno de los temas centrales. Y el XII Encuentro Intereclesial
de las CEBs, en 2009, se celebrará también en la Amazonia, en Porto Velho, Rondônia.
Nuestra militancia política y nuestra pastoral liberadora deben asumir cada vez más estos
desafíos mayores, que amenazan nuestro Planeta. «Escogemos, pues, la vida» como reza el
lema de la Campaña de la Fraternidad 2008. El apóstol Pablo, desde su Carta a los Romanos,
nos recuerda que «toda la Creación gime y está con dolores de parto» (Rom 8,22). Los gritos
de muerte se cruzan con los gritos de vida, en ese parto universal.
Es tiempo de paradigmas. Hoy creo que se deben citar como paradigmas mayores y
más urgentes, los derechos humanos básicos, la ecología, el diálogo intercultural e interreligioso
y la convivencia plural entre personas y pueblos. Estos cuatro paradigmas nos afectan
a todos, porque salen al encuentro de las convulsiones, objetivos y programas que está
viviendo la Humanidad maltratada, pero siempre esperanzada aún.
Con tropiezos y ambigüedades Nuestra América se mueve hacia la izquierda; «nuevos
vientos soplan en el Continente»; estamos pasando «de la resistencia a la ofensiva». Los pueblos
indígenas de Abya Yala han saludado alborozados la Declaración de la ONU sobre los Derechos
de los Pueblos Indígenas, que afecta a más de 370 millones de personas en unos 70 países
del Mundo. Y reivindicarán su puesta en práctica.
Nuestra Iglesia de América Latina y del Caribe, en Aparecida, si no fue el Pentecostés
que queríamos soñar, fue una honda experiencia de encuentro entre los obispos y el pueblo; y
confirmó los trazos más característicos de la Iglesia de la Liberación: el seguimiento de Jesús,
la Biblia en la vida, la opción por los pobres, el testimonio de los mártires, las comunidades, la
misión inculturada, el compromiso político.
Hermanas y hermanos, ¿qué radios vamos a quebrar en nuestra vida diaria?, ¿cómo
ayudaremos a bloquear la rueda fatal?, ¿tendremos derecho a cantar gregoriano?, ¿sabremos
incorporar en nuestras vidas esos cuatro paradigmas mayores traduciéndolos en práctica diaria?
Reciban un abrazo entrañable en la esperanza subversiva y en la comunión fraterna del
Evangelio del Reino. Vamos siempre hacia la Vida.
Pedro Casaldáliga
Circular 2008
jueves, 27 de diciembre de 2012
Educación para la justicia social
Educación para la justicia social
JUAN CARLOS TEDESCO (19-Nov-2010)
La Semana Monográfica de la Fundación Santillana estará dedicada este año a discutir la educación en la próxima década. La elección de este tema es importante porque atravesamos un periodo de la historia en el cual el futuro está asociado a incertidumbre, a riesgo y a ausencia de sentido. No sabemos muy bien adónde vamos o adónde queremos ir. Ese déficit de sentido corre el riesgo de ser cubierto por el individualismo asocial o el fundamentalismo autoritario. La alternativa a estos dos fundamentalismos exige que provoquemos una fuerte adhesión al objetivo de construir sociedades más justas. El siglo XXI puede (y debe) ser el siglo de la justicia social. En este escenario, la educación juega un papel fundamental porque en la sociedad de la información y del conocimiento, la condición necesaria para la inclusión social es una educación de calidad.
Concebir a la educación como la variable clave en la construcción de sociedades más justas implica superar el carácter puramente retórico que tiene el apoyo a la educación dentro del conjunto de las políticas públicas. Es necesario asumir compromisos reales, tanto desde el punto de vista de la asignación de recursos financieros como de los esfuerzos individuales y colectivos de todos los actores que participan del proceso de enseñanza-aprendizaje: el Estado, los medios de comunicación, las familias, los sindicatos docentes y los propios estudiantes.
El desafío más importante consiste en superar el determinismo social de los resultados de aprendizaje. Dicho determinismo está asociado al peso de las condiciones materiales de vida de los alumnos y sus familias en la trayectoria escolar. Las investigaciones y las experiencias internacionales indican que hay al menos cinco líneas estratégicas fértiles para que la educación contribuya a la construcción de sociedades más justas: la educación inicial, los docentes, la alfabetización digital, la alfabetización científica y las políticas de subjetividad.
- Lo más temprano posible
Los análisis acerca del proceso de reproducción de las desigualdades coinciden en señalar que para romper el círculo vicioso de padres pobres-hijos pobres, es fundamental intervenir en el momento donde se produce la formación básica del capital cognitivo de las personas. En este sentido, es necesario diseñar y aplicar políticas familiares que permitan a las madres tener acceso al mercado de trabajo, mientras los hijos son atendidos desde muy temprano por instituciones de cuidado infantil. Al respecto, es importante destacar que resulta mucho más importante el capital social y cultural de las familias que su nivel de ingresos. Las políticas al respecto deberían, por ello, atacar las desigualdades en términos de recursos culturales disponibles en las familias, que permitan mejorar las condiciones con las cuales los alumnos ingresan en la escuela.
- El trabajo docente
La actual situación de los docentes parece definida por una paradoja de vigencia casi universal. Por un lado, se reconoce que la calidad de la educación depende de la calidad de los docentes y, por el otro, se aplican medidas que provocan un profundo proceso de desprestigio de su profesión. Para salir de esta paradoja es necesario diseñar políticas integrales, que abarquen al menos tres dimensiones: condiciones de trabajo, que involucran no solo el salario sino la organización del trabajo escolar; la formación inicial y continua, que garantice niveles mucho más altos de profesionalismo y que atraiga a la docencia a jóvenes talentosos y, en tercer lugar, el diseño de la carrera docente, que permita progresar en el ejercicio de la profesión basándose en factores más genuinos que la mera antigüedad.
Esta estrategia integral persigue recuperar altos niveles de compromiso por parte de los docentes en el logro de resultados de aprendizaje de sus alumnos, particularmente de aquellos que provienen de las familias más modestas.
- Alfabetización científica
Una educación de calidad para todos es una educación capaz de universalizar aprendizajes socialmente significativos. El manejo de los saberes científicos básicos es un componente imprescindible en la formación de un ciudadano de la sociedad de la información. Esta es la razón por la cual la formación científica debe estar incorporada al contenido de la enseñanza universal y obligatoria. Los principales debates ciudadanos están hoy cargados de información científica y técnica. Para tomar decisiones sobre temas como el cuidado del medio ambiente, la manipulación genética o la política económica, por ejemplo, hay que estar alfabetizado científicamente. Desde el punto de vista formal, es probable que este objetivo ya haya sido alcanzado en muchos países. Sin embargo, los resultados reales están lejos de garantizar la meta postulada por los discursos y los documentos oficiales. En este sentido, es necesario incorporar metodologías de enseñanza que permitan descubrir la pasión por el conocimiento, el gusto por la experimentación y el dominio del razonamiento lógico.
- Alfabetización digital
Nadie discute actualmente la necesidad de incorporar las tecnologías de la información a la enseñanza. Es necesario, sin embargo, distinguir claramente dos cuestiones vinculadas entre sí, pero diferentes. Una es de carácter social y se refiere a la inclusión digital, mientras que la otra es de carácter pedagógico y se refiere al uso de las tecnologías como recursos didácticos o como dispositivos para el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La alfabetización digital universal, dentro de la cual deben considerarse las políticas basadas en la idea de un ordenador por alumno, se justifica mucho más desde el punto de vista de la inclusión social que desde la perspectiva pedagógica. Estas políticas han sido exitosas en reducir la brecha en el acceso. Ahora enfrentamos un desafío más complejo, que consiste en reducir la brecha existente en la capacidad de uso del ordenador. Para ello, tal vez no deberíamos descartar la idea de incluir una materia específica destinada a enseñar el manejo digital, así como enseñamos gramática, ortografía y sintaxis para el manejo de la lengua.
Con respecto al uso del ordenador como recurso didáctico, en cambio, existe mucha mayor discusión. Al respecto, no se trata de negar la potencialidad democratizadora o innovadora de las nuevas tecnologías sino de insistir en que el ejercicio de esas potencialidades no depende de las tecnologías mismas, sino de los modelos sociales y pedagógicos en los cuales se inserte su utilización.
- Políticas de subjetividad
Los estudios sobre experiencias exitosas en romper el determinismo social de los resultados de aprendizaje ponen de relieve que mejorar los insumos materiales del aprendizaje es necesario pero no suficiente. No alcanza con aumentar las horas de clase, dotar a las escuelas de mejores edificios, equipamiento didáctico o excelentes manuales. La reproducción de la desigualdad incluye un fuerte componente subjetivo. Sin pretender ser exhaustivos, es posible mencionar al menos cuatro aspectos que han sido identificados en los casos de experiencias exitosas para romper el círculo de reproducción de la pobreza en el ámbito escolar: la existencia de un proyecto, que puede ser de la institución y del equipo docente; la capacidad para elaborar una narrativa que explica las razones por las cuales el equipo hace lo que hace, la confianza en la capacidad de aprendizaje de los alumnos y el compromiso y la responsabilidad por los resultados, que no permiten ser indiferente ante los síntomas de fracaso escolar de los alumnos.
En síntesis, para construir una sociedad justa es fundamental apostar por una educación de calidad para todos. Pero lo inverso también es importante: solo tendremos una educación de calidad para todos si queremos construir sociedades más justas.
Juan Carlos Tedesco fue ministro de Educación de Argentina y es autor del documento básico que presentará en la Semana Monográfica de la Educación de la Fundación Santillana, que se celebra en Madrid entre los próximos días 22 y 26 de noviembre.
«HOY YA NO TENGO ESOS SUEÑOS»
El Cardenal Carlo M. Martini, jesuita, biblista, arzobispo que fue de Milán y colega
mío de Parkinson, es un eclesiástico de diálogo, de acogida, de renovación a
fondo, tanto de la Iglesia como de la Sociedad. En su libro de confidencias y confesiones
Coloquios nocturnos en Jerusalén, declara: «Antes tenía sueños sobre la Iglesia.
Soñaba con una Iglesia que recorre su camino en la pobreza y en la humildad,
que no depende de los poderes de este mundo; en la cual se extirpara de raíz la desconfianza;
que diera espacio a la gente que piensa con más amplitud; que diera
ánimos, en especial, a aquellos que se sienten pequeños o pecadores. Soñaba con
una Iglesia joven. Hoy ya no tengo más esos sueños». Esta afirmación categórica de
Martini no es, no puede ser, una declaración de fracaso, de decepción eclesial, de
renuncia a la utopía. Martini continúa soñando nada menos que con el Reino, que es
la utopía de las utopías, un sueño del mismo Dios.
Él y millones de personas en la Iglesia soñamos con la «otra Iglesia posible»,
al servicio del «otro Mundo posible». Y el cardenal Martini es un buen testigo y un
buen guía en ese camino alternativo; lo ha demostrado.
Tanto en la Iglesia (en la Iglesia de Jesús que son varias Iglesias) como en la
Sociedad (que son varios pueblos, varias culturas, varios procesos históricos) hoy
más que nunca debemos radicalizar en la búsqueda de la justicia y de la paz, de la
dignidad humana y de la igualdad en la alteridad, del verdadero progreso dentro de
la ecología profunda. Y como dice Bobbio «hay que instalar la libertad en el corazón
mismo de la igualdad»; hoy con una visión y una acción estrictamente mundiales. Es
la otra globalización, la que reivindican nuestros pensadores, nuestros militantes,
nuestros mártires, nuestros hambrientos…
La gran crisis económica actual es una crisis global de Humanidad que no se
resolverá con ningún tipo de capitalismo, porque no cabe un capitalismo humano; el
capitalismo sigue siendo homicida, ecocida, suicida. No hay modo de servir simultáneamente
al dios de los bancos y al Dios de la Vida, conjugar la prepotencia y la usura
con la convivencia fraterna. La cuestión axial es: ¿Se trata de salvar el Sistema o
se trata de salvar a la Humanidad? A grandes crisis, grandes oportunidades. En
idioma chino la palabra crisis se desdobla en dos sentidos: crisis como peligro, crisis
como oportunidad.
En la campaña electoral de EE UU se enarboló repetidamente «el sueño de
Luther King», queriendo actualizar ese sueño; y, con ocasión de los 50 años de la
convocatoria del Vaticano II, se ha recordado, con nostalgia, el Pacto de las Catacumbas
de la Iglesia sierva y pobre. En el 16 de noviembre de 1965, pocos días antes
de la clausura del Concilio, 40 Padres Conciliares celebraron la Eucaristía en las
catacumbas romanas de Domitila, y firmaron el Pacto de las Catacumbas. Dom Hélder
Câmara, cuyo centenario de nacimiento estamos celebrando este año, era uno
de los principales animadores del grupo profético. El Pacto en sus 13 puntos insiste
en la pobreza evangélica de la Iglesia, sin títulos honoríficos, sin privilegios y sin ostentaciones
mundanas; insiste en la colegialidad y en la corresponsabilidad de la
Iglesia como Pueblo de Dios, y en la abertura al mundo y en la acogida fraterna.
Hoy, nosotros, en la convulsa coyuntura actual, profesamos la vigencia de
muchos sueños, sociales, políticos, eclesiales, a los que de ningún modo podemos
renunciar. Seguimos rechazando el capitalismo neoliberal, el neoimperialismo del
dinero y de las armas, una economía de mercado y de consumismo que sepulta en la
pobreza y en el hambre a una grande mayoría de la Humanidad. Y seguiremos rechazando
toda discriminación por motivos de género, de cultura, de raza. Exigimos
la transformación sustancial de los organismos mundiales (ONU, FMI, Banco Mundial,
OMC…). Nos comprometemos a vivir una «ecológica profunda e integral», propiciando
una política agraria-agrícola alternativa a la política depredadora del latifundio,
del monocultivo, del agrotóxico. Participaremos en las transformaciones sociales,
políticas y económicas, para una democracia de «alta intensidad».
Como Iglesia queremos vivir, a la luz del Evangelio, la pasión obsesiva de Jesús,
el Reino. Queremos ser Iglesia de la opción por los pobres, comunidad ecuménica
y macroecuménica también. El Dios en quien creemos, el Abbá de Jesús, no puede
ser de ningún modo causa de fundamentalismos, de exclusiones, de inclusiones
absorbentes, de orgullo proselitista. Ya basta con hacer de nuestro Dios el único Dios
verdadero. «Mi Dios, ¿me deja ver a Dios?». Con todo respeto por la opinión del Papa
Benedicto XVI, el diálogo interreligioso no sólo es posible, es necesario. Haremos
de la corresponsabilidad eclesial la expresión legítima de una fe adulta. Exigiremos,
corrigiendo siglos de discriminación, la plena igualdad de la mujer en la vida y en los
ministerios de la Iglesia. Estimularemos la libertad y el servicio reconocido de nuestros
teólogos y teólogas. La Iglesia será una red de comunidades orantes, servidoras,
proféticas, testigos de la Buena Nueva: una Buena Nueva de vida, de libertad,
de comunión feliz. Una Buena Nueva de misericordia, de acogida, de perdón, de ternura,
samaritana a la vera de todos los caminos de la Humanidad. Seguiremos
haciendo que se viva en la práctica eclesial la advertencia de Jesús: «No será así
entre vosotros» (Mt 21,26). Sea la autoridad servicio. El Vaticano dejará de ser Estado
y el Papa no será más Jefe de Estado. La Curia habrá de ser profundamente
reformada y las Iglesias locales cultivarán la inculturación del Evangelio y la ministerialidad
compartida. La Iglesia se comprometerá, sin miedo, sin evasiones, en las
grandes causas de la justicia y de la paz, de los derechos humanos y de la igualdad
reconocida de todos los pueblos. Será profecía de anuncio, de denuncia, de consolación.
La política vivida por todos los cristianos y cristianas será aquella «expresión
más alta del amor fraterno» (Pío XI).
Nos negamos a renunciar a estos sueños aunque puedan parecer quimera.
«Todavía cantamos, todavía soñamos». Nos atenemos a la palabra de Jesús: «Fuego
he venido a traer a la Tierra; y qué puedo querer sino que arda» (Lc 12,49). Con
humildad y coraje, en el seguimiento de Jesús, miraremos de vivir estos sueños en el
cada día de nuestras vidas. Seguirá habiendo crisis y la Humanidad, con sus religiones
y sus iglesias, seguirá siendo santa y pecadora. Pero no faltarán las campañas
universales de solidaridad, los Foros Sociales, las Vías Campesinas, los Movimientos
populares, las conquistas de los Sin Tierra, los pactos ecológicos, los caminos alternativos
de Nuestra América, las Comunidades Eclesiales de Base, los procesos de
reconciliación entre el Shalom y el Salam, las victorias indígenas y afro y, en todo
caso, una vez más y siempre «yo me atengo a lo dicho: la Esperanza».
Cada uno y cada una a quien pueda llegar esta circular fraterna, en comunión
de fe religiosa o de pasión humana, reciba un abrazo del tamaño de estos sueños.
Los viejos aún tenemos visiones, dice la Biblia (Jl 3,1). Leí hace unos días esta definición:
«La vejez es una especie de posguerra»; no necesariamente de claudicación.
El Parkinson es sólo un percance del camino y seguimos Reino adentro.
Pedro Casaldáliga
Circular 2009
sábado, 22 de diciembre de 2012
UNA CENA DE NOCHEBUENA

En unos tiempos no demasiado buenos para todo el mundo, parece llegado el momento de recuperar un menú de antaño para celebrar la Nochebuena. Se trata de un menú humilde pero suculento. Sencillo, cálido y que debe tomarse en buena compañía. Se habrá de elaborar al amor de la lumbre, donde nos podremos sentar una vez acabada la cena a compartir viejas historias de antaño. Costumbres casi perdidas, recuerdos de abuelos y bisabuelos, volviendo a ser niños si llega el caso. Prestad atención a las recetas y ¡buen provecho!.
PRIMER PLATO:
SOPAS DE AJO
Se pone un puchero con agua a la lumbre. Se añade sal. Se fríen en una sartén unos dientes de ajo con un poco de manteca, cuando están fritos se añade pimentón dulce y todo ello se vierte en el puchero con agua. Cuando todo ello cuece se aparta del fuego y se vierte sobre el pan cortado en sopas.
SEGUNDO PLATO:
GALLO GUISADO
Se trocea el gallo. Se pone aceite en una cazuela, cuando está caliente se añade una cebolla cortada menuda y una hoja de laurel, dos dientes de ajo pelados y una rebanada de pan. Se fríe todo y se parta para después machacarlo en el mortero. En el aceite que queda se rehoga el gallo. Se añade una pizca de nuez moscada molida y cuando esté bien rehogado el gallo se añade lo que habíamos machado en el mortero con un poco de vino blanco. Se añade sal al gusto y se deja cocer hasta que esté tierno. A fuego lento. Dependerá del tamaño del gallo el tiempo de cocción. Si en lugar de cazuela lo hacemos en olla a presión, habrán de adaptarse los tiempos de cocción únicamente, el resto igual. Ingredientes:
1 gallo de corral, aceite (un vaso mediano), sal, laurel (una hoja), ajos (dos dientes), nuez moscada, cebolla (una entera mediana), pan (una rebanada), vino blanco ( un vaso).
NOTA. Las recetas han sido proporcionadas por Maura Sanz. Y esto es un recuerdo hacia ella.
lunes, 3 de diciembre de 2012
DIEZ MILLONES DE VOTOS
En el año 1.982 voté por primera vez. Con mis recién estrenados 18 años acudí por primera vez a las urnas. Con ese acto, depositar mi voto en una urna de plástico transparente, sentía que formaba parte de una sociedad que se construía a mi alrededor, y de la que había formado parte hasta ese momento con voz y presencia pero sin voto. Emoción contenida, miedo a no saber hacer las cosas como debían ser.
Más allá de mi voto, la historia recogió ese momento como algo especial que había sucedido en España. Diez millones de votos depositaron su confianza en que España debía cambiar. Junto a los votos, una ilusión, la de millones de personas que querían ver cambiar el país.
A fe mía que ha cambiado en estos treinta años España. Pero los que más han cambiado han sido los que nos pidieron nuestro voto en aquellas elecciones. Hoy, hablan de recuperar la mayoría. Lo hagan o no, su dificultad entiendo que está en recuperar la ilusión de esos diez millones de votos que dilapidaron junto a muchas de sus decisiones. Hoy los que votan son otros, somos otros, hemos cambiado, pero tenemos deseo de ilusionarnos por un proyecto de futuro, que construya un lugar común para todos, sin exclusiones sociales, económicas ni políticas.
Tal vez lo primero que deban hacer, los que han protagonizado estos treinta años la vida pública del Partido Socialista Obreo Español, sea dar un paso al lado, retirarse de la primera fila, dejar paso a gente jóven con nuevos proyectos, que recuperen la ilusión de un electorado, que sigue esperando un proyecto en el que creer. Hace falta también ilusionar a diez millones de españoles por lo menos, porque eso no ha cambiado, ahí está la barrera de la mayoría absoluta en este país. Pero lo más importante, es que hace falta la ilusión de diez millones de personas al menos para encontar solución a los problemas que acucian a esta España de hoy, tan diferente de la de hace treinta años, pero tan necesitada como entonces de unos políticos que den confianza al electorado, que presenten un proyecto justo, humano, social e integrador. Personas que sean capaces de volver a hacer sentir ilusión a los votantes. Porque lo que he aprendido en estos treinta años, es que un estado de bienestar cuesta muchos años construirlo pero se puede desmantelar en muy poco tiempo. Así sucede con la ilusión y la confianza de los electores, cuesta mucho ganarlas pero se pierden en muy poco tiempo.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
SINLABAJOS: EDILES, CURAS Y ANIMALITOS.
Lo de conocer la comarca crea una cierta adicción, por eso no podemos dejar pasar mucho tiempo sin hacer una correría. En esta ocasión han sido Sinlabajos, Muriel y Donvidas, lo que viene siendo parte del antiguo sexmo de Sinlabajos. La cosa iba de visitar iglesias, lo que nos encanta, en unos tiempos en los que en estos templos de la Tierra de Arévalo y la Moraña son unos pocos feligreses de avanzada edad los que con más regularidad suelen frecuentarlos. Pocos feligreses pues hay poca población y además, los aún más escasos curas en muchos casos, no andan muy bien en la cuestión esta de la mercadotecnia, y en lugar de sumar y multiplicar, suelen ser más de restar cuando no de dividir.
Han coincidido además dos anécdotas, con diferente protagonista de un lado, pero un denominador común; del otro el mismo protagonista, cuyo nombre me vais a permitir que mantenga en el anonimato. En ambos casos soy testigo directo de lo ocurrido, no es algo que me hayan contado las lenguas de doble filo ni nada por el estilo, lo he presenciado personalmente, y por eso notario como el Luisma, “doy fe”.
En el primer caso, un concejal, edil o cualquier otro sinónimo, se permite exigir que corran con los gastos de limpieza del local, seguro y todo lo demás a unos jóvenes por venir a representar una obra de teatro en un local municipal, el día de la patrona del pueblo que supuestamente gestiona ese personaje, cuando, que se sepa, no hay ningún otro acto organizado para celebrar dicha festividad. Gracias a la crisis han encontrado el pretexto idóneo para ocultar su incompetencia, facilidad para el despilfarro en épocas de abundancia y nula imaginación en las de escasez.
En el segundo, un cura, demostrando una falta de humildad impropia de su cargo, exige cortesía al tiempo que demuestra una enorme falta de educación. Menosprecia a un firme colaborador ante un grupo de personas que habían acudido a visitar uno de los templos que administra, en los cuales por cierto y viendo el éxito de público que los frecuenta para el culto, están más próximos al cierre por cese de actividad que a una ampliación, y salvo milagro, uno de esos en los que como reclamo publicitario puede hacer llenar el templo, no tiene mucho futuro. El milagro es más difícil de lo habitual pues el problema es la falta de gente a la que convertir en fieles creyentes.
En ambos casos el denominador común es una figura poliédrica con muchas caras. Una es el afán por detener cualquier intento de innovación, cortar la capacidad de iniciativa de cualquier persona que no pertenezca a su círculo de aduladores, meapilas y lameculos; los cuales sumisos, solícitos y obsequiosos, ríen las gracias y aplauden las ocurrencias de estos personajes, ediles y curas. Otra es el creerse amos de lo que gestionan, ellos que no pasan de ser meros administradores del bien cuyo único y legítimo propietario es el pueblo soberano. Y lo son, sin ser los mejores ni más capacitados para ello, por haber contribuido al descrédito de la actividad que ejercen, con sus comportamientos, con sus actitudes, alejando a las personas que con buena voluntad se ofrecen a colaborar.
Son despilfarradores en épocas de abundancia y escasos de imaginación cuando la necesidad aprieta. Pero son al mismo tiempo tan soberbios y cicateros que ni reconocen su falta de capacidad ni reconocen la valía a los que la tienen, no aceptando tampoco ni ideas ni sugerencias, y mucho menos críticas, por constructivas que sean, que hayan salido de lugar diferente a sus caletres.
Han conseguido que la mayoría de la población se desinterese y aparte de la política, en la parte que corresponde a la vida pública; y de la religión, en cuanto a manifestar en público las creencias. Porque han de saber que la mayoría de la ciudadanía, aunque no lo parezca, en privado tiene y mantiene una cierta ideología política, aunque tengan cada vez más reparos en manifestar sus opiniones y muestren menos interés por participar en los órganos de gobierno de su comunidad. Ocurre algo parecido en materia religiosa, pues mantienen sus creencias en privado, absteniéndose de mostrar en público sus convicciones, al tiempo que se encuentran a mayor distancia de los que dicen ser sus pastores de almas.
Los políticos de medio pelo que abundan en la vida pública, tanto de izquierdas como de derechas, abominan de los independientes y muchos de los curas de los librepensadores, pretendiendo dar pensadas las cosas a las personas que se les acercan, no admitiendo ninguna otra interpretación de la vida que se aparte de su doctrina.
Ante esto, algunos no nos resistimos a entregar la cuchara. Cierto es que cada vez me encuentro mejor paseando por el campo, junto a mis amigos, observando a los animalitos. Disfrutar del patrimonio natural me produce menos sinsabores. Pero confío plenamente en las personas, a pesar de que cada día alguna me defrauda. Renuevo cada día mi fe en ellas. Encuentro además, ediles y curas que se alegran de nuestro interés por lo que administran, aceptan nuestro esfuerzo por mejorar las cosas, nos plantean sus preocupaciones y se muestran entusiasmados y esperanzados con nuestra entrega y dedicación. Nos reconocemos mutuamente como gente rara que parece desenvolverse en un entorno hostil. No tenemos prisa por conseguir cambiar lo que no nos gusta, aunque desearíamos fuera cuanto antes. La constancia es un valor que nos intercambiamos para mantener el aliento en esta tarea que hace tiempo comenzamos.
Somos además conscientes de nuestra pequeñez. Unos pobres diablos en una pequeña comarca de un país no muy grande en un planeta diminuto dentro del inmenso universo. Unos pocos años de trabajo en unas tierras que llevan millones de años formándose. Pero es ahí donde radica nuestra fuerza. No tenemos poder ni lo queremos, no tenemos recursos pero buscamos soluciones. Vemos problemas e intentamos resolverlos. Procuramos sumar adeptos a la causa para multiplicar resultados, sin dividir y restando únicamente dificultades.
No pensamos que dar a conocer el patrimonio sea invitar a su expolio como pretenden hacer creer. Me recuerdan el caso de aquel médico que fue avisado por la familia de un venerable anciano, que había fallecido, para que certificase su defunción. Al llegar a la casa del finado y una vez extendido y firmado el correspondiente certificado de defunción, fue acusado por los herederos del difunto de haber causado su muerte.
Amamos lo que hacemos porque estamos aprendiendo a conocer lo que tenemos. Compartimos cuanto tenemos y escuchamos a todo aquel que se acerca a nosotros. No somos infinitamente buenos ni casi perfectos como Mary Poppins, por eso, de vez en cuando se hace necesario un cierto desahogo, y dejamos salir de nuestras bocas y nuestras plumas algún que otro improperio, más con el ánimo de desahogarnos que de despreciar; porque el día que queramos despreciar y ofender de verdad, nos dedicaremos a visitar únicamente el campo y a observar a los animalitos y el día que ni eso nos dejen hacer, volaremos en nuestro interior, con nuestra imaginación y nuestro pensamiento, que allí no pueden entrar estos mequetrefes que se creen los amos de esta España catastrada.
Por cierto, padre cura, no, no he dejado donativo que según parece es algo que le preocupa; ya marco con una equis la casilla correspondiente a la iglesia católica en mi declaración de la renta, aunque viendo el comportamiento de muchos de ustedes y la gestión que hacen del patrimonio, me lo pensaré en la próxima ocasión antes de marcar nada. También reflexionaré aún más mi voto, por cierto.
Han coincidido además dos anécdotas, con diferente protagonista de un lado, pero un denominador común; del otro el mismo protagonista, cuyo nombre me vais a permitir que mantenga en el anonimato. En ambos casos soy testigo directo de lo ocurrido, no es algo que me hayan contado las lenguas de doble filo ni nada por el estilo, lo he presenciado personalmente, y por eso notario como el Luisma, “doy fe”.
En el primer caso, un concejal, edil o cualquier otro sinónimo, se permite exigir que corran con los gastos de limpieza del local, seguro y todo lo demás a unos jóvenes por venir a representar una obra de teatro en un local municipal, el día de la patrona del pueblo que supuestamente gestiona ese personaje, cuando, que se sepa, no hay ningún otro acto organizado para celebrar dicha festividad. Gracias a la crisis han encontrado el pretexto idóneo para ocultar su incompetencia, facilidad para el despilfarro en épocas de abundancia y nula imaginación en las de escasez.
En el segundo, un cura, demostrando una falta de humildad impropia de su cargo, exige cortesía al tiempo que demuestra una enorme falta de educación. Menosprecia a un firme colaborador ante un grupo de personas que habían acudido a visitar uno de los templos que administra, en los cuales por cierto y viendo el éxito de público que los frecuenta para el culto, están más próximos al cierre por cese de actividad que a una ampliación, y salvo milagro, uno de esos en los que como reclamo publicitario puede hacer llenar el templo, no tiene mucho futuro. El milagro es más difícil de lo habitual pues el problema es la falta de gente a la que convertir en fieles creyentes.
En ambos casos el denominador común es una figura poliédrica con muchas caras. Una es el afán por detener cualquier intento de innovación, cortar la capacidad de iniciativa de cualquier persona que no pertenezca a su círculo de aduladores, meapilas y lameculos; los cuales sumisos, solícitos y obsequiosos, ríen las gracias y aplauden las ocurrencias de estos personajes, ediles y curas. Otra es el creerse amos de lo que gestionan, ellos que no pasan de ser meros administradores del bien cuyo único y legítimo propietario es el pueblo soberano. Y lo son, sin ser los mejores ni más capacitados para ello, por haber contribuido al descrédito de la actividad que ejercen, con sus comportamientos, con sus actitudes, alejando a las personas que con buena voluntad se ofrecen a colaborar.
Son despilfarradores en épocas de abundancia y escasos de imaginación cuando la necesidad aprieta. Pero son al mismo tiempo tan soberbios y cicateros que ni reconocen su falta de capacidad ni reconocen la valía a los que la tienen, no aceptando tampoco ni ideas ni sugerencias, y mucho menos críticas, por constructivas que sean, que hayan salido de lugar diferente a sus caletres.
Han conseguido que la mayoría de la población se desinterese y aparte de la política, en la parte que corresponde a la vida pública; y de la religión, en cuanto a manifestar en público las creencias. Porque han de saber que la mayoría de la ciudadanía, aunque no lo parezca, en privado tiene y mantiene una cierta ideología política, aunque tengan cada vez más reparos en manifestar sus opiniones y muestren menos interés por participar en los órganos de gobierno de su comunidad. Ocurre algo parecido en materia religiosa, pues mantienen sus creencias en privado, absteniéndose de mostrar en público sus convicciones, al tiempo que se encuentran a mayor distancia de los que dicen ser sus pastores de almas.
Los políticos de medio pelo que abundan en la vida pública, tanto de izquierdas como de derechas, abominan de los independientes y muchos de los curas de los librepensadores, pretendiendo dar pensadas las cosas a las personas que se les acercan, no admitiendo ninguna otra interpretación de la vida que se aparte de su doctrina.
Ante esto, algunos no nos resistimos a entregar la cuchara. Cierto es que cada vez me encuentro mejor paseando por el campo, junto a mis amigos, observando a los animalitos. Disfrutar del patrimonio natural me produce menos sinsabores. Pero confío plenamente en las personas, a pesar de que cada día alguna me defrauda. Renuevo cada día mi fe en ellas. Encuentro además, ediles y curas que se alegran de nuestro interés por lo que administran, aceptan nuestro esfuerzo por mejorar las cosas, nos plantean sus preocupaciones y se muestran entusiasmados y esperanzados con nuestra entrega y dedicación. Nos reconocemos mutuamente como gente rara que parece desenvolverse en un entorno hostil. No tenemos prisa por conseguir cambiar lo que no nos gusta, aunque desearíamos fuera cuanto antes. La constancia es un valor que nos intercambiamos para mantener el aliento en esta tarea que hace tiempo comenzamos.
Somos además conscientes de nuestra pequeñez. Unos pobres diablos en una pequeña comarca de un país no muy grande en un planeta diminuto dentro del inmenso universo. Unos pocos años de trabajo en unas tierras que llevan millones de años formándose. Pero es ahí donde radica nuestra fuerza. No tenemos poder ni lo queremos, no tenemos recursos pero buscamos soluciones. Vemos problemas e intentamos resolverlos. Procuramos sumar adeptos a la causa para multiplicar resultados, sin dividir y restando únicamente dificultades.
No pensamos que dar a conocer el patrimonio sea invitar a su expolio como pretenden hacer creer. Me recuerdan el caso de aquel médico que fue avisado por la familia de un venerable anciano, que había fallecido, para que certificase su defunción. Al llegar a la casa del finado y una vez extendido y firmado el correspondiente certificado de defunción, fue acusado por los herederos del difunto de haber causado su muerte.
Amamos lo que hacemos porque estamos aprendiendo a conocer lo que tenemos. Compartimos cuanto tenemos y escuchamos a todo aquel que se acerca a nosotros. No somos infinitamente buenos ni casi perfectos como Mary Poppins, por eso, de vez en cuando se hace necesario un cierto desahogo, y dejamos salir de nuestras bocas y nuestras plumas algún que otro improperio, más con el ánimo de desahogarnos que de despreciar; porque el día que queramos despreciar y ofender de verdad, nos dedicaremos a visitar únicamente el campo y a observar a los animalitos y el día que ni eso nos dejen hacer, volaremos en nuestro interior, con nuestra imaginación y nuestro pensamiento, que allí no pueden entrar estos mequetrefes que se creen los amos de esta España catastrada.
Por cierto, padre cura, no, no he dejado donativo que según parece es algo que le preocupa; ya marco con una equis la casilla correspondiente a la iglesia católica en mi declaración de la renta, aunque viendo el comportamiento de muchos de ustedes y la gestión que hacen del patrimonio, me lo pensaré en la próxima ocasión antes de marcar nada. También reflexionaré aún más mi voto, por cierto.
domingo, 18 de noviembre de 2012
SOBRE LA MUERTE
"CUANDO TIENDA LA TRÉMULA MANO PRÓXIMO A EXPIRAR..."
La muerte es suceso cierto. Es cuando probablemente encontremos la respuesta a todas las preguntas, dudas e inquietudes que nos hemos planteado a lo largo de nuestra vida.
Las muertes que duelen son las ajenas. La muerte propia no duele, es su llegada lo que nos aterra.
No tengo tiempo para pensar en el momento postrero, son infinitas las cosas que me quedan por hacer y el tiempo se acaba.
Creyentes o no, en ese instante último, queremos una mano amiga a la que aferrarnos.
Quiero llegar a mi muerte con muchas preguntas por responder y pocas muertes que lamentar.
Fabio López
En 100 palabras
viernes, 16 de noviembre de 2012
De: http://www.voltairenet.org/es
Pensador, escritor y
activista estadounidense. Profesor de Lingüística en la Universidad de
Massachussets. Fundador de la Gramática Generativa Transformacional, que
es un sistema original para abordar el análisis lingüístico y que ha
revolucionado la lingüística. Autor de La segunda guerra fría (1984), La
quinta libertad (1988), El miedo a la democracia (1992), El Nuevo orden
mundial (y el viejo) (1996),
Reescribir la historia
El principio fundamental es que "nosotros somos los
buenos" -por "nosotros" se entiende el Estado al que servimos-, y lo que
"nosotros" hacemos siempre va dedicado a la consecución de los más
nobles objetivos, aunque en la práctica puedan producirse algunos
errores.
- Aguilera Silva Gerardo
Como ejemplo típico, según la versión retrospectiva entre los
liberales ultra izquierdistas, la correcta interpretación de la Guerra
de Vietnam es la de que se inició con alguna metedura de pata pero
intentando hacer el bien pero que, a partir de 1969 se convirtió en un
"desastre" (Anthony Lewis) en 1969 cuando el mundo empresarial se volvió
contra la guerra por su altísimo coste y cuando el 70 por ciento de la
población la consideraba "fundamentalmente equivocada e inmoral", en
ningún caso un "error"; también en 1969, siete años después de que
Kennedy comenzara los ataques a Vietnam del Sur, y dos años más tarde de
que el especialista en Vietnam más respetado, e historiador militar,
Bernard Fall advirtiera de que " Vietnam como entidad cultural e
histórica... está amenazada de extinción... (mientras) ... sus campos
literalmente quedan arrasados por los ataques de la mayor maquinaria de
guerra jamás empleada contra una región tan pequeña"; 1969, fue el
momento de alguno de los más horrendos ataques del terrorismo de Estado y
de uno de los mayores crímenes del pasado siglo XX, entre los cuales
los realizadas por las lanchas rápidas en la zona más al sur, ya
devastada por los bombardeos masivos, por la guerra química y por las
masacres de la población civil, fueron las menores de las operaciones
realizadas.
Pero la reescritura de la Historia prevalece. Durante la campaña
electoral de 2004, se analizaron en sesudos coloquios las razones de "la
obsesión estadounidense con Vietnam", mientras que Vietnam no fue
mencionado en ningún momento, es decir el Vietnam real que no responde a
la reconstruida imagen de la Historia.
Los principios fundamentales tienen sus corolarios. El primero de
ellos es que los estados satélites son esencialmente buenos, aunque
menos buenos que "nosotros", y siempre que se adapten a las exigencias
estadounidenses son "saludablemente pragmáticos". El segundo es el de
que los enemigos son muy malos; la intensidad de su maldad depende de lo
violentamente que "nosotros" les estemos atacando o planeando
atacarles. Su consideración puede cambiar rápidamente conforme a las
directrices establecidas.
Así la actual Administración y sus inmediatos mentores fueron muy
favorables a Saddam Husein y le ayudaron cuando se dedicó a gasear a los
kurdos, a torturar a los disidentes y a aplastar la rebelión chií que
pudo haberle derrocado en 1991, gracias a su contribución a la
"estabilidad"- una palabra clave para "nuestra" dominación- y su
utilidad para los exportadores estadounidenses, como se ha admitido
francamente. Pero los mismos crímenes se convirtieron en pruebas de su
espeluznante perversidad cuando se presentó el momento oportuno para
"nosotros", que levantamos orgullosos la bandera del Bien para invadir
Irak y establecer lo que se denominará "democracia" si obedece las
órdenes y contribuye a la "estabilidad".
Los principios son simples, y fáciles de recordar para quienes
aspiran a hacer carrera en ambientes respetables. La notable
consistencia de su aplicación está documentada ampliamente. Es algo que
se espera que ocurra en los estados totalitarios y en las dictaduras
militares, pero resulta un fenómeno mucho más instructivo en las
sociedades libres, donde uno no puede alegar seriamente el miedo al
exterminio.
La muerte de Arafat ha dado lugar a uno más de esos casos dignos de
estudio entre los muchos posibles. Me voy a ceñir al The New York Times
(NYT)- el periódico más importante del mundo- y al The Boston Globe-
quizás, más que ningún otro, el diario local de las cultivadas elites
liberales.
- Boggio Emilio
En el NYT, el artículo de opinión de primera página del 12 de
noviembre comienza por describir a Arafat como "el símbolo de la
esperanza de los palestinos en un Estado independiente viable y al mismo
tiempo el obstáculo fundamental para conseguirlo". Y continua
explicando que jamás alcanzó la altura del Presidente egipcio Anwar
Sadat ; Sadat "que consiguió la devolución del Sinaí por medio de un
tratado de paz con Israel" porque fue capaz de tender la mano a los
israelíes y enfrentarse a sus miedos y a sus esperanzas" (cita del día
13 de noviembre de Shlomo Avineri, filósofo israelí y funcionario del
gobierno anterior).
Se puede creer en los muchos y graves obstáculos para la creación de
un Estado palestino, pero quedan excluidos los principios imperantes,
como ocurrió con Sadat realmente, lo que Avineri como mínimo conoce con
seguridad. Recordemos algo de lo ocurrido.
Desde que la cuestión de los derechos nacionales palestinos a tener
un Estado propio se incorporó a la agenda diplomática a mediados de los
70 "el primer obstáculo para su realización", sin ninguna duda, ha sido
el gobierno de Estados Unidos, con el NYT como aspirante cualificado al
segundo puesto. Desde enero de 1976 quedó claramente de manifiesto
cuando Siria presentó una Resolución al Consejo de Seguridad de la ONU
exigiendo un acuerdo para el establecimiento de dos Estados.
La Resolución incorporaba la redacción crucial de la resolución 242-
un documento básico en el que todos estaban de acuerdo. En ella se
reconocían a Israel los mismos derechos que a cualquier otro estado en
el sistema internacional, en la vecindad de un Estado palestino en los
territorios ocupados por Israel en 1967. Pues bien, Estados Unidos vetó
la Resolución que había sido apoyada por los principales estados árabes.
La organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Arafat condenó
la "tiranía del veto" y se produjeron algunas abstenciones por cuestión
de tecnicismos.
Entonces, la solución de dos estados en los términos previstos había
suscitado un muy amplio consenso internacional, bloqueado únicamente por
Estados Unidos (y rechazado por Israel). Así que el asunto siguió
adelante, no sólo en el Consejo de Seguridad sino también en la Asamblea
General, donde se han aprobado periódicamente resoluciones similares
con una votación favorable de 150 contra 2 (con Estados Unidos captando a
veces a algún estado clientelar) y bloqueando, asimismo, iniciativas
similares de Europa y de los Estados Árabes.
Mientras tanto, el NYT rechazó - es la palabra exacta- publicar el
hecho de que durante los años 80 Arafat pidió repetidamente entablar
negociaciones a las que Israel se negó de plano. Los principales medios
de información israelíes llevaron a sus titulares las solicitudes de
Arafat de negociaciones directas con Israel, rechazadas por Simon Peres
con el argumento doctrinal de que la OLP de Arafat no "podía ser interlocutor en las negociaciones".
Y poco después el corresponsal del NYT en Jerusalén, y ganador del
premio Pulitzer, Thomas Friedman- que podía leer la prensa en hebreo-,
escribía artículos lamentando la angustia de los grupos a favor de la
paz por "la ausencia de un interlocutor válido para las negociaciones",
mientras Peres deploraba la falta de un "movimiento a favor de la paz entre el pueblo árabe (semejante) al que existe entre el pueblo judío" y explicando una vez más que no se podía admitir a la OLP en las negociaciones "mientras fuera una organización terrorista y rehusara negociar".
Todo ello, poco después de que Arafat de nuevo propusiera negociar,
propuesta de la que el NYT se ha venido negando a informar, casi tres
años después de que el gobierno israelí rechazara las propuestas de
negociación formuladas por Arafat que habrían de conducir al
reconocimiento mutuo. Peres, a pesar de ello, es reconocido como un
"pragmático positivo", gracias a las directrices establecidas.
Los asuntos cambiaron algo en los 90, cuando la administración de
Clinton declaró que todas las resoluciones de Naciones Unidas habían
quedado "obsoletas y anacrónicas" y puso en marcha su propia manera de
rechazarlas.
- Baltasar Lobo, Mujer con cabeza de Muerto
Estados Unidos se ha quedado aislado en el bloqueo de un arreglo
diplomático. Un reciente e importante ejemplo ha sido la presentación de
los Acuerdos de Ginebra en diciembre de 2002, apoyados por el habitual y
extenso consenso internacional, con las excepciones asimismo
habituales: "Estados Unidos de forma llamativa no figuraba entre los gobiernos que enviaron mensajes de apoyo", informaba el NYT en un despectivo artículo del 2 de diciembre de 2002.
Esta es sólo un pequeña muestra de los archivos diplomáticos que tan
consistentes y tan dramáticamente incuestionables que resultan
imposibles de ignorar, salvo que uno se mantenga inflexiblemente al lado
de los que escriben la Historia.
Vayamos al segundo ejemplo: el de Sadat tendiendo la mano a los
israelíes y con ello la devolución del Sinaí en 1979, una lección para
el malvado Arafat. Volviendo a una historia inaceptable, en febrero de
1971 Sadat propuso un tratado total de paz a Israel, de acuerdo con la
entonces política oficial de Estados Unidos- y más específicamente, la
retirada israelí del Sinaí- sin la más mínimo alusión a los derechos de
los palestinos. Jordania fue el siguiente con una propuesta similar.
Israel reconoció que podía haber obtenido una paz total, pero el
gobierno laborista de Golda Meier prefirió rechazar la oferta y
dedicarse a continuar la expansión, en aquellos momentos hacia el
nordeste del Sinai, donde Israel expulsaba a miles de beduinos hacia el
desierto y destruía sus pueblos, mezquitas, cementerios y viviendas para
establecer en su lugar la ciudad étnicamente judía de Yamit.
La cuestión crucial, como siempre, fue la de cómo iba a reaccionar
Estados Unidos, donde Kisssinger consiguió que prevaleciera su opinión
en el debate interno, y Estados Unidos asumió su política de continuar
en "punto muerto": nada de negociaciones, y recurrir sólo a la fuerza.
Estados Unidos continuó rechazando- para ser exactos, ignorando- los
intentos de Sadat para que siguiera el proceso diplomático, y apoyando
el rechazo y expansionismo de Israel.
Aquella posición desembocó en la guerra de 1973, que supuso una
llamada de atención para Israel y para el resto del mundo; Estados
Unidos incluso puso en marcha la alerta nuclear. Entonces, el mismo
Kissinger comprendió que Egipto no podía tratarse como un caso perdido, y
comenzó con sus viajes diplomáticos que condujeron a las reuniones de
Camp David en las que Estados Unidos e Israel aceptaron las propuestas
de Sadat de 1971- pero en ese momento desde el punto de vista
israelí-estadounidense, con unas condiciones más duras. Para entonces,
se había producido el consenso internacional en el reconocimiento de los
derechos nacionales palestinos y, en consecuencia, Sadat planteó la
necesidad de un Estado palestino, lo que para EE.UU. e Israel era
anatema.
Para la historia oficial rescrita por los vencedores, y repetida por
los artículos de opinión de los medios informativos, aquellos
acontecimientos constituyeron un "triunfo diplomático" para Estados
Unidos y la prueba de que si los árabes se unieran a nuestras propuesta
de paz y de negociación diplomática podrían conseguir sus objetivos. En
la historia real, el triunfo fue una catástrofe, y los acontecimientos
demostraron que Estados Unido sólo quería la violencia. El rechazo
estadounidense a la solución diplomática condujo a una guerra muy
peligrosa y a muchos años de sufrimiento y de amargas consecuencias
hasta el día de hoy.
En sus memorias, el general Shlomo Gazit, comandante militar de los
territorios ocupados desde 1967 a 1974, menciona que, al rechazar el
tomar en consideración las propuestas presentadas por el ejército y el
servicio de inteligencia relativas algún tipo de autonomía en los
territorios e incluso la aceptación de alguna actividad política
limitada, y la insistencia de "cambios sustanciales de fronteras", el
gobierno laborista apoyado por Washington contrajo una importante
responsabilidad en el posterior desarrollo del fanático grupo de colonos
Gush Emumin y de la resistencia palestina que se desarrolló muchos años
después en la primera Intifada, tras años de brutalidad y terrorismo de
Estado, y el continuado expolio de las tierras más fértiles y de los
recursos palestinos.
La interminable necrológica de la experta en Oriente Próximo del
Times, Judith Miller (11 de noviembre) se desarrolla en el mismo tono
que el artículo de opinión de la primera página. Según su versión,
"Hasta 1988, Arafat en repetidas ocasiones rechazó el reconocimiento de
Israel, y persistió en la lucha armada y el terrorismo. Sólo se decidió
por la vía diplomática después de haberse puesto al lado del Presidente
iraquí, Saddam Hussein, durante la guerra del Golfo Pérsico de 1991".
Miller expone una visión exacta de la historia oficial. En la historia
real, Arafat propuso en repetidas ocasiones negociar el reconocimiento
mutuo, mientras Israel- en particular sus "pragmáticas" palomas- lo
rechazaron de plano, con el respaldo de Estados Unidos.
En 1989 el gobierno de coalición israelí (Shamir-Peres), estableció
un plan de consenso político, en el que su primer punto fue el de que no
habría "un nuevo Estado palestino" entre Jordania e Israel" ya que
"Jordania ya era un Estado palestino". El segundo, que el destino de los
territorios ocupados "se ajustaría a las líneas programáticas del
gobierno (israelí)". Estados Unidos aceptó los planes israelíes sin
retoque alguno y los convirtió en el "Plan Baker" de diciembre de 1989.
Contrariamente a lo que afirman Miller y la historia oficial, fue a
partir de la Guerra del Golfo cuando Washington estuvo dispuesto a
considerar las negociaciones, y a reconocer que entonces se encontraba
en situación de imponer de forma unilateral su propia solución.
Estados Unidos convocó la Conferencia de Madrid (con la participación
rusa como figurante, en la que en efecto se llegó a negociaciones con
una delegación palestina legítima, presidida por Haidar Abdul-Shafi, un
nacionalista íntegro, probablemente el líder más respetado en los
territorios ocupados.
Pero las negociaciones quedaron bloqueadas porque Abdul Shafi rechazó
la insistencia israelí- respaldada por Washington- en seguir
manteniendo las zonas más valiosas de los territorios con sus programas
de colonias y de infraestructuras- todas ellas ilegales, tal como la
propia Administración de Justicia de Estados Unidos reconocía, la única
que ha disentido de la reciente sentencia del Tribunal Internacional por
la que se condena el Muro israelí que divide Cisjordania. Los
"palestinos de Túnez", dirigidos por Arafat, desautorizaron a los
negociadores palestinos y llevaron a cabo las suyas propias, los
"Acuerdos de Oslo", celebrados con gran boato en el césped de la Casa
Blanca en septiembre de 1993.
Pronto se puso de manifiesto que se trataba de un éxito cara al
público. El único documento- La Declaración de Principios- establecía
que el resultado final habría de basarse exclusivamente en la Resolución
242 de la ONU de 1967, con exclusión de los asuntos fundamentales para
la diplomacia desde mediados de los 70: los derechos nacionales
palestinos y el establecimiento de dos estados. En efecto la Resolución
242 define el resultado final pero no recoge los derechos de los
palestinos al excluir otras Resoluciones que sí reconocen esos derechos
al mismo tiempo que los de los israelíes, de acuerdo con el consenso
internacional establecido a mediados de los 70 y que ha venido siendo
bloqueado por Estados Unidos.
La redacción de los acuerdos dejaba bien claro que se trataba de
continuar con los programas de asentamientos, tal como los líderes
israelíes (Yitzhaq Rabin y Shimon Peres) no tuvieron empacho en ocultar.
Por esas razones Abdul Shafi se negó incluso a estar presente en los
actos protocolarios. El papel reservado a Arafat era el de hacer de
policía de los territorios, como Rabin dejó bien claro. Mientras
desempeñó bien el cometido, se le consideró un "pragmático", con el
visto bueno de Estados Unidos e Israel que no dieron importancia a la
corrupción, la violencia y la represión. Sólo cuando no le fue posible
mantener controlada a la población- debido a la anexión israelí de más
tierras y recursos- se convirtió en un hipócrita redomado, que obstruía
el camino hacia la paz: es decir, se producía la transición normal.
Las cosas siguieron así durante los 90. Los objetivos de las
"palomas" israelíes se expusieron en 1998, en un trabajo académico de
Shlomo Benami quien pronto se convirtió en el negociador principal de
Barak en Camp Davis: el "proceso de paz de Oslo" fue para establecer
"una dependencia colonial permanente" en los territorios ocupados, con
algún tipo de autonomía local. Mientras tanto, las colonias israelíes y
la anexión de territorios continuó ininterrumpidamente con el apoyo
total de Estados Unidos, hasta alcanzar el clímax el último año del
primer mandato de Clinton ( y del de Barak), impidiendo de esta forma un
arreglo diplomático.
Pero volviendo a Miller, ella mantiene la versión oficial de que en
"noviembre de 1988, tras considerables esfuerzos de Estados Unidos, la
OLP aceptó la Resolución de Naciones Unidas que pedía el reconocimiento
de Israel y la renuncia al terrorismo". Sin embargo los hechos reales
fueron que en noviembre de 1988, Washington se convirtió en objeto de la
irrisión internacional por su rechazo a "advertir" que Arafat estaba
pidiendo una compromiso diplomático.
En ese contexto, la administración de Reagan aceptó a regañadientes
admitir la verdad evidente e indiscutible, y tuvo que recurrir a otras
formas de cortocircuitar los esfuerzos diplomáticos, así que inició unas
negociaciones de bajo nivel con la OLP, aunque el primer ministro Rabin
aseguró en 1989 a los dirigentes de Peace Now que no tenían sentido
alguno y sólo eran un intento de ganar tiempo para que Israel "presionara más duramente en el plano militar y económico" de forma que "al final, ellos acabaran destrozados" y aceptaran las condiciones de Israel.
Miller cuenta la historia en el mismo sentido y la lleva al desenlace
tópico: en Camp David, Arafat "rechazó" el magnánimo ofrecimiento de
paz de Clinton y Barak, e incluso más tarde rehusó unirse a Barak en
aceptar las "medidas" de Clinton en diciembre de 2000, probando con ello
de forma concluyente que persistía en la violencia, una verdad
deprimente que los pacíficos gobiernos de Israel y Estados Unidos tenían
que aceptar.
Pero volviendo a la historia real, las propuestas de Camp David
dividían Cisjordania, en la práctica, en una serie de cantones separados
entre sí, por lo que no podían ser aceptadas por ningún dirigente
palestino. Es algo evidente con sólo echar una ojeada a los mapas que
son accesibles fácilmente, salvo para el New York Times , ni
aparentemente, para ninguno de los principales medios de información
estadounidenses, quizás por esa razón. Tras el fracaso de aquellas
negociaciones, Clinton reconoció que las reservas de Arafat estaban
justificadas, tal como quedó demostrado con los famosos "parámetros" de
Clinton que, aunque vagos, iban mucho más allá como posible acuerdo- con
lo que socavaba la historia oficial, pero sólo en su aspecto lógico, y
por ello inaceptable históricamente.
Clinton dio su propia versión de las reacciones a sus "propuestas" en
una charla ante el Israeli Policy Forum el 7 de enero de 2002: "El
Primer Ministro Barak y el Presidente Arafat han aceptado ahora estos
parámetros como base para futuras negociaciones. Ambos han expresado, no
obstante, algunas reservas".
Se puede acceder a esta información en fuentes tan "oscuras" como la
prestigiosa revista del MIT, International Security (otoño 2003), así
como en las conclusiones de que "la versión palestina de las
conversaciones de paz de los años 2000-01 es significativamente más
exacta que la de Israel", es decir la de Estados Unidos y el New York
Times.
Con posterioridad, negociadores palestinos de alto nivel aceptaron
tomar como punto de partida los "parámetros" de Clinton "para futuras
negociaciones" y presentaron sus "reservas" en las reuniones de Taba en
enero, que condujeron casi un acuerdo provisional, al aceptar algunas de
las preocupaciones palestinas, que contradecían la historia oficial.
Persistían ciertos problemas, pero las negociaciones de Taba fueron
mucho más allá en el camino hacia la consecución de un posible acuerdo
que cualesquiera de las precedentes.
Las negociaciones fueron interrumpidas por Barak así que no podemos
saber cual hubiera sido el resultado final. El detallado informe del
representante de la Unión Europea, Miguel Ángel Moratinos ha sido
aceptado por ambas partes como fiel reflejo de lo ocurrido, y
ampliamente difundido en Israel. Pero dudo de que siquiera haya sido
mencionado en los principales medios informativos de Estados Unidos.
La versión de lo sucedido que da Miller en el NYT se basa en el
libro, muy alabado, del enviado y negociador de Clinton a Oriente
Próximo, Dennis Ross. Como cualquier periodista debería ser consciente,
ninguna fuente resulta sospechosa sólo por su procedencia. Pero incluso
una lectura superficial sería suficiente para demostrar que la versión
de Ross resulta poco creíble. Sus 800 páginas se dedican en su mayoría a
adular a Clinton ( y sus propios trabajos como negociador), basándose
en afirmaciones no verificables; en su lugar, "cita" lo que asegura
haber escuchado que dijeron los participantes, a los que identifica por
su nombre de pila si se trata de los "tipos buenos".
Apenas hay una sóla palabra acerca de lo que todos sabemos que han
sido los asuntos cruciales desde 1971: los planes de asentamientos y el
desarrollo de las infraestructuras en los territorios ocupados, que
dependían del apoyo económico, militar y diplomático de Estados que
Clinton había incluido claramente. Ross trata el problema de Taba de
forma sencilla: termina el libro inmediatamente antes de que empezaran
las conversaciones (lo que le permite omitir las evaluación de Clinton,
citada unos días más tarde). De esta manera, evita que sus conclusiones
fundamentales quedaran refutadas de forma instantánea.
En el libro de Ross, a Abdul-Shafi se le menciona de pasada una sóla
vez. Naturalmente, la visión de su amigo Shlomo Benami sobre el Proceso
de Oslo se omite también, de la misma manera que todos los elementos
significativos de los acuerdos provisionales de Camp David. No existe
alusión alguna al rechazo de pleno de sus héroes, Rabin y Peres- a
quienes cita como "Yitzhak" y "Shimon"- de tomar en consideración
siquiera un eventual Estado palestino. En efecto, la primera mención de
esa posibilidad aparece en Israel con el gobierno del "tipo malo", el
ultraderechista Benjamin Netanyahu. Su ministro de información,
preguntado sobre la posibilidad de un Estado palestino, respondió que
los palestinos podían denominar a los cantones que se les iba a dejar
"un Estado" si así lo deseaban, o "un pollo frito".
Eso es sólo el comienzo. Las opiniones de Ross son tan deficientes en
fuentes independientes y tan radicalmente selectivas que todo lo que
afirma debe tomarse con grandes reservas, desde los detalles concretos
que meticulosamente reproduce literalmente (quizás recogidos en una
grabadora oculta) hasta las conclusiones de carácter general que se
presentan como autorizadas pero sin aportar evidencias fiables. Resulta
interesante que se haya señalado que sus opiniones se presentan como una
versión exacta de los hechos. En general, el libro tiene poco valor,
excepto por el hecho de dar las impresiones de uno de los protagonistas.
Cuesta trabajo creer que cualquier periodista no haya sido consciente
de ello.
No menos despreciable, no obstante, es la evidencia principal de la
que no se informa. Por ejemplo: los análisis de los servicios de
inteligencia israelíes durante aquellos años: entre otros los de Amon
Malka, su director; del general Ami Ayalon, que dirigía los Servicios de
Seguridad (Shin Bet); de Matti Steinberg, consejero especial para
asuntos palestinos del jefe del Shin Bet y del coronel Ephraim Lavie,
funcionario responsable de la división de información sobre los asuntos
de Palestina. El consenso, según Malka, era que "Arafat se inclina
hacia el proceso diplomático, y que hará todo cuanto pueda por
conseguirlo y que sólo si se llega a un callejón sin salida recurrirá a
la violencia. Pero que la violencia está encaminada a llevarle a ese
callejón sin salida, para conseguir una presión internacional que
propicie dar el paso siguiente".
Malka denuncia que esos informes de alto nivel fueron falsificados
tal como se transmitieron a los dirigentes políticos y otras instancias.
Los reporteros estadounidenses pueden acceder con facilidad a ellos a
través de fuentes en inglés.
No tiene sentido continuar con las versiones de Miller o de Ross, por
lo que vayamos al Boston Globe, en el otro extremo liberal. Sus
editores (el 12 de noviembre) se adhieren a los principios básicos del
NYT (lo que probablemente fue un fenómeno universal: sería interesante
buscar excepciones). Los editores reconocen que el fracaso en la
consecución de un Estado palestino "no puede atribuirse sólo a Arafat. Los líderes israelíes...tuvieron también su responsabilidad". Pero el papel decisivo desempeñado por Estados Unidos es inmencionable e impensable.
El Globe también publicó un artículo de fondo en primera página el 11
de noviembre. En su primer párrafo, se nos dice que Arafat fue "uno de
los líderes carismáticos y autoritarios - del grupo que incluye desde
Mao Zedong en China a Fidel Castro en Cuba y Saddam Hussein en Irak- que
surgieron de los movimientos anti-coloniales que se extendieron por el
mundo a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Esta afirmación resulta interesante desde diversos puntos de vista.
El enlace entre unos y otros revela el inevitable odio visceral hacia
Castro. Se han sucedido diversos pretextos según cambiaban las
circunstancias pero la información no ha variado para poner en duda las
conclusiones de los servicios de inteligencia estadounidenses sobre los
primeros momentos del ataque terrorista de Washington y de la guerra
económica contra Cuba: el problema de fondo estriba en su "desafío
triunfante" de las políticas estadounidenses que se remontan a la
Doctrina Monroe.
No obstante, hay algo cierto en el retrato de Arafat que presenta el
artículo del Globe, como lo hubiera sido si en primera página se hubiera
publicado un artículo de fondo sobre los funerales imperiales del
semi-divino Reagan, en el que se le describiera como uno de los iconos
del grupo de asesinos de masas- que incluiría desde Hitler a Idi Amin y
Peres-quienes llevaron a cabo sus carnicerías con enorme apoyo de los
medios de información y de los intelectuales. Quienes no comprendan la
analogía tienen mucho que aprender de la historia.
Pero sigamos, en el informe del Globe se hace recuento de los
crímenes de Arafat, y se nos dice que consiguió controlar el sur del
Líbano que "utilizó para lanzar una serie de ataques contra Israel
que tuvo que responder con la invasión de Líbano (en junio de 1982). El
objetivo declarado de Israel era el de expulsar a los palestinos de la
frontera de la zona pero, bajo las órdenes del entonces general y
ministro de defensa, Sharon, sus fuerzas avanzaron hasta Beirut, donde
Sharon permitió a sus aliados, las milicias cristianas, perpetrar la
terrible masacre de palestinos en los campos de refugiados de Sabra y
Chatila y mandar a Arafat y a los dirigentes palestinos al exilio en
Túnez".
Volviendo a la historia inaceptable, el año anterior a la invasión
israelí la OLP se sumó a una iniciativa de paz de Estados Unidos
mientras Israel llevaba a cabo ataques mortíferos en el sur del Líbano,
en un intento de provocar una reacción palestina que pudiera utilizar
como pretexto para la invasión ya planificada. Cuando la reacción no se
produjo, se inventaron el pretexto y llevaron a efecto la invasión,
matando probablemente a 20.000palestinosy libaneses, gracias a los vetos
de Estados Unidos alas Resoluciones del Consejo de Seguridad en las que
se exigía el cese el fuego y la retirada de los territorios invadidos.
La masacre de Sabra y Chatila fue, al fin y al cabo, una simple nota a
pie de página. El objetivo fundamental, tal como ha quedado demostrado
en los más altos niveles políticos y militares, y por los investigadores
y analistas israelíes, fue el de terminar con las irritantes e
incesantes iniciativas de Arafat para conseguir un acuerdo diplomático y
asegurarse así el control de Israel sobre los territorios ocupados.
Tergiversaciones parecidas de hechos bien documentados han aparecido
en los comentarios sobre la muerte de Arafat, y han sido tan
convencionales durante muchos años en los medios de información
estadounidenses que difícilmente se puede culpar a los periodistas por
repetirlos, aunque una mínima investigación sería suficiente para
conocer la verdad.
También resultan instructivos algunos comentarios menores, por
ejemplo en el artículo de opinión del Times se nos dice que
probablemente los sucesores de Arafat- los "moderados" preferidos de
Washington- va a tener problemas ya que carecen de "credibilidad en la
calle". Frase convencional utilizada para mencionar a la opinión pública
en el Mundo Árabe, como cuando se nos informa sobre las "calles
árabes". Si un personaje político occidental tiene escaso apoyo público
no decimos que carece de "credibilidad en la calle", y no existen
alusiones a las "calles" estadounidenses o británicas, La frase se
reserva irreflexivamente para las instancias inferiores, porque no
forman parte de la ciudadanía sino criaturas que viven en las "calles".
Podemos añadir, además, que el líder más popular en las "calles
palestinas", Marwan Barguti, ha sido puesto fuera de la escena (está a
buen recaudo) por Israel de forma permanente. Y que Bush ha demostrado
su pasión por la democracia al unirse a su amigo Sharon- "un hombre
pacífico"- al mantener prácticamente prisionero al único líder electo
del Mundo Árabe, mientras apoyaba a Mahmud Abbas, quien como Estados
Unidos confiesa no goza de "credibilidad en las calles". Todo esto
debería servirnos para entender lo que la prensa liberal denomina la
"visión mesiánica" de Bush para llevar la democracia al Oriente Próximo,
pero sólo si los hechos y la lógica importaran.
El New York Times ha publicado otro artículo de opinión sobre la
muerte de Arafat del historiador Benny Morris. El trabajo merece un
análisis detenido pero eso lo haré aparte, y aquí sólo me fijaré en el
primer comentario que marca el tono general del artículo: Arafat es un
embaucador, afirma Morris, que hablaba de paz y de dar fin a la
ocupación pero en realidad lo que quería es "redimir a Palestina", lo
que demuestra su irremediable naturaleza salvaje.
Con ello, Morris revela su desprecio no sólo hacia los árabes (que es
muy profundo) sino hacia los lectores del NYT. En apariencia no se da
cuenta de que está tomando prestada la terrible frase de la ideología
sionista, ya que su principio fundamental durante un siglo ha sido el de
"redimir la Tierra", un concepto que subyace a lo que Morris reconoce
que es el concepto central que inspira el sionismo: la
"transferencia" de la población nativa, es decir, la expulsión para
"redimir la Tierra" y entregarla a sus legítimos propietarios. Parece
que no es necesario sacar las conclusiones.
A Morris se le identifica como un historiador israelí, autor del
reciente libro The Birth of the Palestinian Refugee Problem Revisited.
Es cierto, él ha realizado las investigaciones más exhaustivas en los
archivos israelíes, y ha demostrado en detalle las salvajadas cometidas
en 1948-49 para conseguir la "transferencia" de la gran mayoría de la
población desde lo que convertiría en el Estado de Israel, incluida la
zona que Naciones Unidas estableció para el Estado palestino que Israel
se repartió con su aliado jordano al 50 %.
Morris critica las atrocidades y la "limpieza étnica" - para ser más
exactos en la traducción, "purificación étnica"-: es decir, que no fue
suficiente. Morris piensa que el gran error de Ben Gurion, probablemente
la "fatal equivocación", fue la de no "limpiar la totalidad del país": la totalidad de la Tierra de Israel, hasta el río Jordán".
En favor de Israel, hay que reconocer que su postura en este asunto
ha sido ampliamente condenada entre los israelíes. Pero en Estados
Unidos, ha sido elegido como el más apropiado para el comentario
principal sobre su denostado enemigo.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
EL RECUERDO DEL VIVIR
El caso es que el arrasamiento de «las antiguallas» como el señor Mao
llamaba a la antigua cultura, afectó también al marxismo real más
ortodoxo como parece que lo era el de la República Democrática Alemana,
porque Christa Wolf, escribe en su libro, «Un día del año,1960-2000» a
este respecto: «Debido a los rápidos y radicales cambios ideológicos de
los últimos años, el sistema de referencias morales se ha perdido para
las personas reflexivas… Lo que cuentan viejos comunistas … eso ya no
existe. Estoy leyendo «El Vicario de Wakefield». Es delicioso ver cómo
en todas las situaciones de la vida él puede refugiarse en su religión
cristiana. Esto nuestra gente lo ha perdido. Y aún no ha aparecido nada
nuevo. Pero la mayoría no es lo bastante culta para asimilar
espiritualmente ese conflicto. Eso conduce a un aumento de la neurosis.
¿Falta de cultura? No sé… –Sin duda alguna».
Es una página ésta que sugiere muchísimas cosas. Y, desde luego, la experiencia de que hubo al menos algunos momentos en la historia en los que se vivía modesta pero extraordinariamente bien, o al menos mejor que en nuestro mundo que Martin Buber llamaría «la patria de Hegel» que nunca podría ser la nuestra. Es decir que Christa Wolf viene a decir algo parecido a lo que decía Monsieur de Talleyrand cuando afirmaba que nadie sabía lo que era la dulzura del vivir, si no había vivido en el siglo XVIII, antes de la Revolución, o como otras gentes hablaban de alguna época del Imperio austríaco o de los años veinte del siglo XX. Pero Christa Wolf piensa que es que el Vicario de Wakefield podía refugiarse de todos los esquinamientos o contrariedades y heridas del vivir, como parece dar a entender que la vieja moral comunista permitía hacerlo en la conciencia de estar haciendo un mundo más justo, y que esto es lo que ha desaparecido. Probablemente tiene toda la razón.
Se mire por donde se mire, parece que han desaparecido toda realidad vividera y toda idea moral, incluida la idea de crimen, que no sería más que una creación personal, quizás no correcta pero que desparecerá en cuanto el autor del crimen sea reciclado. Aunque no se sabe en qué, ni hacia dónde Quizás en la condición esencial de consumidor que parece ser nuestro único destino consolador. Y la misma Christa Wolf escribe, a propósito de la novela de Jay Perini, cuyo protagonista es Walter Benjamin: «El mundo que conocía Benjamin, se lee en la novela, estaba dominado por el autoengaño y el mito. Le agobiaba el espíritu de consumo y el afán de compras, visibles por doquier, una locura que se ponía de manifiesto, de modo insuperable, en los pasajes o galerías comerciales».
Y, más adelante, cita al propio Benjamín «en la antigua Grecia se enseñaban lugares por los que se descendía a los infiernos. Nuestra existencia en estado de vigilia es también un país lleno de sitios insignificantes donde desembocan los sueños». Y «habla del Minotauro al que hay que dar muerte y que yace dormido en el fondo del laberinto». La modernidad como la era del infierno. Este es, lo noto claramente, mi tema. Alienación en su rostro actual. El rostro que yo he visto y sigo viviendo. Alienación socialista, capitalista.
Si la insignificancia es la entrada al infierno, nuestras vidas tienen cien mil entradas y, por no estar ni ser, ni siquiera estamos alienados ni podemos estarlo. Parecemos estar muy contestos de ser no de la materia de las sombras de la que decía Shakespeare que está tejida la vida de todo ser humano, sino de la inmateria de aquellos seres ya muertos de los que nos informa Dante que no daban sombra en el infierno.
Por lo demás, resulta dramática y conmovedora, esta imagen de un Walter Benjamin viviendo para comprar, interminablemente, por galerías y tiendas, sin recordar siquiera una vida más hermosa y vividera. Pero las banalidades llenan mucho y tampoco nosotros parece que echamos otra cosa de menos.
Es una página ésta que sugiere muchísimas cosas. Y, desde luego, la experiencia de que hubo al menos algunos momentos en la historia en los que se vivía modesta pero extraordinariamente bien, o al menos mejor que en nuestro mundo que Martin Buber llamaría «la patria de Hegel» que nunca podría ser la nuestra. Es decir que Christa Wolf viene a decir algo parecido a lo que decía Monsieur de Talleyrand cuando afirmaba que nadie sabía lo que era la dulzura del vivir, si no había vivido en el siglo XVIII, antes de la Revolución, o como otras gentes hablaban de alguna época del Imperio austríaco o de los años veinte del siglo XX. Pero Christa Wolf piensa que es que el Vicario de Wakefield podía refugiarse de todos los esquinamientos o contrariedades y heridas del vivir, como parece dar a entender que la vieja moral comunista permitía hacerlo en la conciencia de estar haciendo un mundo más justo, y que esto es lo que ha desaparecido. Probablemente tiene toda la razón.
Se mire por donde se mire, parece que han desaparecido toda realidad vividera y toda idea moral, incluida la idea de crimen, que no sería más que una creación personal, quizás no correcta pero que desparecerá en cuanto el autor del crimen sea reciclado. Aunque no se sabe en qué, ni hacia dónde Quizás en la condición esencial de consumidor que parece ser nuestro único destino consolador. Y la misma Christa Wolf escribe, a propósito de la novela de Jay Perini, cuyo protagonista es Walter Benjamin: «El mundo que conocía Benjamin, se lee en la novela, estaba dominado por el autoengaño y el mito. Le agobiaba el espíritu de consumo y el afán de compras, visibles por doquier, una locura que se ponía de manifiesto, de modo insuperable, en los pasajes o galerías comerciales».
Y, más adelante, cita al propio Benjamín «en la antigua Grecia se enseñaban lugares por los que se descendía a los infiernos. Nuestra existencia en estado de vigilia es también un país lleno de sitios insignificantes donde desembocan los sueños». Y «habla del Minotauro al que hay que dar muerte y que yace dormido en el fondo del laberinto». La modernidad como la era del infierno. Este es, lo noto claramente, mi tema. Alienación en su rostro actual. El rostro que yo he visto y sigo viviendo. Alienación socialista, capitalista.
Si la insignificancia es la entrada al infierno, nuestras vidas tienen cien mil entradas y, por no estar ni ser, ni siquiera estamos alienados ni podemos estarlo. Parecemos estar muy contestos de ser no de la materia de las sombras de la que decía Shakespeare que está tejida la vida de todo ser humano, sino de la inmateria de aquellos seres ya muertos de los que nos informa Dante que no daban sombra en el infierno.
Por lo demás, resulta dramática y conmovedora, esta imagen de un Walter Benjamin viviendo para comprar, interminablemente, por galerías y tiendas, sin recordar siquiera una vida más hermosa y vividera. Pero las banalidades llenan mucho y tampoco nosotros parece que echamos otra cosa de menos.
JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO
Premio Cervantes
Premio Cervantes
lunes, 12 de noviembre de 2012
Estampas de miseria
Según se nos informa, The New York Times ha publicado fotografías sobre
la pobreza en España, y la reacción de algunos periódicos o revistas
españoles ha sido la de enviar fotos de nuestra prosperidad al periódico
neoyorkino, pero me parece algo tan sin sentido como la de publicar
fotos de pobreza y miseria de fuera de cualquier país, donde también
existe. No veo que haya que contestar nada a estas informaciones, y ni
siquiera a su intención política. En el mejor de los mundos antiguos,
medios y modernos ha habido, y hay, sufrimiento, pobreza y miseria, pero
nuestro mundo la ha convertido, como convierte todo en noticia curiosa y
espectáculo, o en juego político.
Y se comprendería muy bien que un periódico hasta del otro extremo del mundo publicase la noticia de que en una manifestación pública, en España, han tomado parte niños pequeñísimos y sus padres, porque esto es algo extraño en verdad en el mundo entero, y casi como informar de que un hombre ha mordido a un perro; pero no es tan claro lo que el "New York Times" quiere revolver con esa noticia sobre la miseria española, aunque parece insinuar que España padece hoy tanta miseria como tras la guerra civil o el tan turísticamente romántico siglo XIX.
Pero, en torno a estos testimonios de extrema pobreza, lo que sí es claro es que una cosa es que su existencia debiera avergonzarnos a todos nosotros - y hacer todo para acabar con ella - y otra cosa es que el no ser rico se haya convertido, en este mundo tan social y progresado, en el único delito y en como si quienes padecen esa pobreza extrema fueran los culpables de su condición y, además, la contagiasen. Pero tal es la idea de las gentes progresadas. Tan distinta de las gentes miserables, que lógicamente quieren dejar de serlo y obtener un sencillo vivir con las necesidades primordiales cubiertas, y una vida digna y alegre de personas, pero no suelen envidiar a las gentes ricas, y, desde siempre recomendaron que cenaran dos veces. Y, como los demás hombres y mujeres, tampoco ellos necesitan ni líderes ni redentores, sino la justicia que supone ser dueños de sí mismos.
La imagen de América del Norte, desde los puritanos en adelante, se nos ha mostrado como una tierra de continuos buscadores de nuevas fronteras, que es algo digno de asombro; y España misma lo ha sido en los siglos pasados, aunque últimamente parecía haber encontrado oro también por doquier, y la ultima aldea deseaba tener y tuvo una piscina olímpica y un "contenedor cultural". Y esto no sé yo si lo saben fuera de nuestras fronteras, o es que prefieren mostrar nuestra pobreza como tantas de nuestras meras idioteces, mirándonos desde arriba.
Desde los tiempos del romanticismo algunas gentes de algunos países extranjeros pretenden saber lo que es España mejor que nosotros, pero la cosa no tiene mucha importancia, ni hay que molestarse en contestar, no podemos pasarnos la historia entera dando explicaciones.
Y se comprendería muy bien que un periódico hasta del otro extremo del mundo publicase la noticia de que en una manifestación pública, en España, han tomado parte niños pequeñísimos y sus padres, porque esto es algo extraño en verdad en el mundo entero, y casi como informar de que un hombre ha mordido a un perro; pero no es tan claro lo que el "New York Times" quiere revolver con esa noticia sobre la miseria española, aunque parece insinuar que España padece hoy tanta miseria como tras la guerra civil o el tan turísticamente romántico siglo XIX.
Pero, en torno a estos testimonios de extrema pobreza, lo que sí es claro es que una cosa es que su existencia debiera avergonzarnos a todos nosotros - y hacer todo para acabar con ella - y otra cosa es que el no ser rico se haya convertido, en este mundo tan social y progresado, en el único delito y en como si quienes padecen esa pobreza extrema fueran los culpables de su condición y, además, la contagiasen. Pero tal es la idea de las gentes progresadas. Tan distinta de las gentes miserables, que lógicamente quieren dejar de serlo y obtener un sencillo vivir con las necesidades primordiales cubiertas, y una vida digna y alegre de personas, pero no suelen envidiar a las gentes ricas, y, desde siempre recomendaron que cenaran dos veces. Y, como los demás hombres y mujeres, tampoco ellos necesitan ni líderes ni redentores, sino la justicia que supone ser dueños de sí mismos.
La imagen de América del Norte, desde los puritanos en adelante, se nos ha mostrado como una tierra de continuos buscadores de nuevas fronteras, que es algo digno de asombro; y España misma lo ha sido en los siglos pasados, aunque últimamente parecía haber encontrado oro también por doquier, y la ultima aldea deseaba tener y tuvo una piscina olímpica y un "contenedor cultural". Y esto no sé yo si lo saben fuera de nuestras fronteras, o es que prefieren mostrar nuestra pobreza como tantas de nuestras meras idioteces, mirándonos desde arriba.
Desde los tiempos del romanticismo algunas gentes de algunos países extranjeros pretenden saber lo que es España mejor que nosotros, pero la cosa no tiene mucha importancia, ni hay que molestarse en contestar, no podemos pasarnos la historia entera dando explicaciones.
José Jiménez Lozano
sábado, 20 de octubre de 2012
AL AMOR DE LA LUMBRE
Buenos días señoras y señores.
Estamos aquí para presentar el libro:”Por la senda de Tumut”, cuyo autor es Luis José Martín
García-Sancho.
La última vez que hablé en público de ello tuve que
reconocer que sentía una emoción especial que hoy sigue conmigo. Reconocí
también, que no había leído la novela, por lo que nada podía decir sobre ella y
que al autor estaba empezando a conocerle.
Hoy, leída la novela y conocido un poco más a Luisjo,
puedo decir que ha conseguido el autor, mediante el subterfugio de convocarnos
en torno a una hoguera, contarnos una historia de hombres prehistóricos, en la
que mediante personajes intemporales pretende humanizarnos.
Los capítulos se suceden introducidos por diferentes
personajes, todos ellos inventados por esta mente subversiva, que nos proponen,
nada más y nada menos, que escuchemos la voz de la experiencia de los ancianos:"Seguid el sabio consejo de los ancianos. Ellos han vivido más y su experiencia debe ser tenida en cuenta en las decisiones que toméis a partir de ahora. Así ha sido siempre y así debe continuar."; que el amor nos da la vida, que la libertad es un derecho sagrado o
que las mujeres no deben estar sometidas a los hombres:"No debéis hacer caso a aquellos que os digan que el amor entre un hombre y una mujer es algo sucio. No debéis hacer caso a aquellos que os digan que la mujer debe estar sometida al mandato del hombre. Porque debéis saber que las personas que habitamos sobre la faz de la tierra nacemos libres y libres debemos morir.".
A medida que avanzamos en su lectura, las historias
que los personajes nos relatan, tejen una suerte de maraña que nos atrapa.
Tomamos conciencia de que la Tierra no nos pertenece, sino que somos nosotros
los que pertenecemos a ella, y que nuestra relación con las demás especies que
la pueblan debe desarrollarse en unos términos de absoluto respeto.
Y entonces, demasiado tarde, uno se encuentra de lleno
en pleno juego infantil. Uno de esos que, cuando niños, imaginábamos ser
intrépidos exploradores, aguerridos guerreros o hábiles cazadores. Y así, como
jugando, recorremos la geografía descrita y que nos resulta familiar, caminamos
junto a los personajes por esa telaraña que han tejido en nuestra mente.
Llegamos a sentir muchas de sus sensaciones. Nos imaginamos que estamos
sentados junto al fuego escuchando a la vieja Gara, sentimos el crepitar de las
llamas, allí al amor de la lumbre, la que el autor propone; pues conoce que el
fuego crea un ambiente favorable para la interacción social y utiliza
malévolamente que la hoguera es el lugar ideal para transmitir la cultura y
para crearla, porque sabe que ha sido así desde la noche de los tiempos. El
calor del hogar nos hace sentir bien, tanto física como espiritualmente.
Y ya es tarde, nos ha atrapado, somos sus presas. Nos
propondrá abandonar los falsos dioses de nuestros días. Abandonar el
amodorramiento televisivo y regresar a la comunicación de los miembros de la
familia entre sí, en torno a la mesa camilla, el lar de la lumbre, la hoguera,...
Abandonar el consumismo y la adoración del becerro de
oro y regresar a los valores más humanos y respetuosos con la Tierra que
habitamos y las especies que la ocupan.
Y no contento con esto, habrá conseguido que al
comprar el libro hayamos contribuido a la recaudación de fondos destinados a
investigar el cáncer infantil, en unos tiempos en los que se nos impone todo lo
contrario, recortes a la investigación, la enseñanza y el porvenir.
No obstante, según algunos que quieren llevarnos por
oscuras sendas, Luisjo es un individuo poco recomendable y su obra
decididamente dañosa y perjudicial. Estos mismos, los que nos guían en esta
sociedad consumista y desorientada, dicen que este libro debería estar
prohibido y su autor proscrito. Así pues no les queda a ustedes más remedio que
leer la novela y juzgar por si mismos. Por cierto, si tienen oportunidad de
conocer de cerca al autor, no la desaprovechen, merece la pena.
Termino con una frase que el autor ha puesto en boca de la vieja Gara y que debería ser nuestro referente vital: "Acordaos de que el amor nos da la vida y el odio la mata."
jueves, 4 de octubre de 2012
CUENTOS CON CHISPA
Un cuento de sastres y desastres.
EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR
Hoy traigo un cuento menos conocido, pero de plena vigencia y que demuestra lo poco que hemos cambiado con el tiempo; por lo menos en algunas cosas, y el vigor y clarividencia de Hans Christian Andersen. Hasta mí ha llegado por medio de un amigo, un tal Manzano, cuyos antepasados han sido todos ellos sastres. Él no ha seguido la tradición familiar y lo único que remienda son las mentes.
Érase hace mucho, mucho tiempo, un reino llamado Morañandia, donde el Emperador, solo estaba preocupado por su guardarropa, a otros les da por otras cosas, y su principal preocupación era el traje que se pondría en cada momento y circunstancia.
Un día, llegaron a la capital de Morañandia un par de sastres, con sus asesores de mercadotecnia y toda la parafernalia y divulgaron por la ciudad la gran noticia: eran capaces de tejer la tela más hermosa que jamás nadie había visto. Los asesores de mercadotecnia utilizaron con prisa todos los medios de comunicación que ellos controlaban de forma mayoritaria, consiguiendo tal difusión entre el pueblo llano de ese reino, que nadie hablaba ya de otra cosa en plazas y cantinas. El mensaje resaltaba además, que era una tela mágica, la tela “era invisible” para los que fueran “indignos” de la posición social que ocupaban, y también para los rematadamente “tontos”.
En un pleno del Ayuntamiento de la capital, se dijo que una tela de tal calidad sería utilizada a partir de ese momento para cubrir hasta su inauguración los grandes proyectos: Murallas que recorrerían todo el perímetro de la ciudad, Museos municipales, Bibliotecas hechas a base de donaciones de escritores famosos, Mercados de Abastos repletos de puestos de todo tipo de productos alimentarios, Plazas de toros con diseño multiusos para actuaciones diversas a lo largo el año, Campos de Fútbol con instalaciones diversas para las diferentes categorías, Piscinas climatizadas a precios módicos; en definitiva muchos de los que vemos a menudo en nuestros pueblos o ciudades, que todos pagamos y sirven para poco debido a la ausencia de gestión de los mismos o a la gestión únicamente con fines recaudatorios. Imagínense ustedes uno cualquiera en su pueblo o ciudad.
Enterado el Emperador de la buena nueva acaecida en su Reino, decidió hacerse un traje con esta tela, pues mataría dos pájaros de un tiro; descubriría quién era indigno, que no indignado, y a la vez distinguiría entre los inteligentes y los tontos de entre su entorno. Los indignos constituían la oposición al emperador y los tontos se mezclaban con el pueblo llano de ese reino.
El Emperador avisó a los tejedores, que accedieron a tejer la tela para él, a cambio de una suculenta cantidad para montar el telar y se pusieron a trabajar. Ansioso el Emperador de ver cómo surgía el nuevo tejido, y temeroso de no poder verlo, envió al Regidor de la capital a echar una ojeada a la tela e inspeccionar la obra, que se había comenzado con un aumento del impuesto urbano de la tasa de recogida de basuras.
-¡Caramba! pensó el Regidor, si el Emperador descubre que no veo la tela, perderé mi cargo, pues no seré digno de él. Debo fingir que la veo. ¡Es la tela más preciosa del mundo! –le dijo con entusiasmo al Emperador al volver a Palacio–.
Pasado un tiempo, el Emperador decidió ir a verla él mismo. Reunió a sus consejeros favoritos y se dirigió al telar. Mostradnos vuestra hermosa tela –dijo-. ¿No la veis señor? Ahí está en el telar –dijeron los tejedores-. Oh¡ sí… sí… -dijo el Emperador- disimulando su vergüenza, porque no veía la tela. Sin darse cuenta de que ninguno de los otros la veía, aunque todos pensaban que los demás la veían. Hubo gritos de admiración por la belleza de la nueva tela. Hacedme un traje de esa tela y me lo pondré mañana para la inauguración del Gran Proyecto.
Los tejedores volvieron a pedirle más dinero para continuar su obra, a lo que el Emperador de nuevo accedió. Esto se soluciona fácilmente subiendo nuevamente otros impuestos al pueblo, como por ejemplo el de patrimonio, pensó, entre todos es más fácil, y nadie puede decir nada pues soy el Emperador.
A las ocho de la mañana del día de la inauguración del Gran Proyecto, el traje estaba listo. O así se lo dijeron al Emperador, que se bañó, se empolvó el pelo, se calzó sus mejores calcetines y zapatos y luego dejó que los tejedores lo vistieran con el nuevo traje y así fue probando y ciñéndose la camisa, la chaqueta (con aparentes preciosos dibujos), el pantalón, e incluso la esplendida cola que llevaría, además por supuesto de la ropa interior. No queriendo aparecer como tontos o indignos, el Emperador y todos sus consejeros, admiraron el traje ante los espejos, aunque no había traje alguno.
–Le queda de maravilla, le dijeron tanto los tejedores como sus consejeros. Me queda de maravilla –aseveró el Emperador- aunque no veía nada excepto sus calcetines y zapatos.
Empezó el desfile por las calles de la ciudad. Todo el mundo sabía lo de la tela. Todos sabían que solo los listos y los dignos podían verla, y que los demás no la verían.
¡Mirad el nuevo traje del Emperador! ¡Qué hermoso es! – gritaba la gente por la calle, mientras pasaba el Emperador seguido por sus ayudas de cámara que portaban la cola.
Cuando llegaron al Primer Gran Proyecto para su inauguración, una Piscina Cubierta tapada por la misma tela del traje del Emperador, todo el séquito y el pueblo llano esperaban con impaciencia las palabras imperiales y solemnes que la ocasión merecía, y entonces, la voz de un niño pequeño que no conocía la naturaleza de la tela con la que habían confeccionado el traje, sobresalió de las demás. ¡El Emperador va completamente desnudo! -gritó- mientras su padre intentaba tapar la pequeña boquita, muerto de vergüenza y de temor por aparecer ante todo el pueblo como el padre de un tonto, pues su hijo no tenía edad aún para ser considerado indigno y mucho menos indignado a pesar de las fechas que corrían, era el 11-M de aquel año de gracia.
A continuación, la gente comenzó a gritar: ¡El Emperador va desnudo! ¡El Emperador va desnudo! El Emperador tiritaba de frío y se dio cuenta de que “el pueblo tenía razón”, eso sí, continuó con la procesión hasta el final aunque por dentro llevaba otra procesión, por fuera intentaba mantener una cierta dignidad.
Según algunas fuentes, el Emperador aprendió la lección y no volvió a las andadas nunca más; envió a su guardia a prender a los hombres que se habían atrevido a burlarse de él. Pero ya habían desaparecido llevándose todo el dinero a un paraíso fiscal, las Islas Caimán. Dedicándose, desde ese día, más a los asuntos de estado y escuchando y valorando más la opinión de sus vecinos, con mayor entrega a la gestión de su reino al tiempo que apartó y castigó a sus malos consejeros. El emperador, con conexiones internacionales, sabía de la llegada de una crisis económica sin precedentes, así que disminuyendo el número de consejeros se adelantaría a las aviesas intenciones de la oposición de reducir funcionarios, atribuyéndose la medida como éxito suyo.
Pero otras fuentes señalan, que el Primer Gran Proyecto se realizó, se pagó con alguna subvención de la Junta del Reino y la colaboración de todos con sus impuestos, se inauguró y se cerró al poco tiempo, pues nadie se comprometía a gestionarlo. Esas mismas fuentes señalan que al contrario que en el cuento, no se aprendió la lección. El Emperador no sabe o no contesta, por si acaso, o ni sí ni no sino todo lo contrario la mayoría de las veces, a los pocos días volvió a dejarse tomar el pelo por el siguiente “sastre” que llegó al pueblo.
La tela se ha conservado a través de los siglos hasta nuestros días, para que perdure en la memoria histórica de los ciudadanos que si no aprendemos, quizás haga falta nuevamente la frescura y la inocencia de los niños, que son los únicos que se atreven a decir las verdades para que la gente se despierte de los engaños.
Como siempre, y en previsión de que alguna persona o entidad física o química o fisico-química incluso, se sienta agredida por este antiguo relato, pedimos perdón a todos, tanto por acción como por omisión. Como podréis imaginar, nada más lejos de nuestra intención que molestar lo más mínimo, absolutamente a nadie. Lo cierto es que desde entonces, según me cuenta mi amigo, quedó el dicho ese de que “ buen sastre es el que reconoce el paño”; claro que también quedaron otros como: “El sastre del Campillo, que cosía de balde y ponía el hilo.”, “Cien sastres, cien molineros y cien tejedores, trescientos ladrones.”, “Bien puede haber puñalada sin lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada.” o “La adulación es el recurso de la incompetencia y el abrigo de la inseguridad.”.
Y ahora sí, colorín colorado que este cuento se ha acabado, y además fueron felices y se comieron nuestras perdices.
Agustín García Vegas, Chispa y José Mª Manzano Callejo.
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